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viernes, 11 de julio de 2014

ESTE ES MI TONO DE VOZ



ESTE ES MI TONO DE VOZ
Valladolid 16 de julio de 2001
Queridas hijas: No sé si recordáis el hecho de que soy algo así como vuestro padre y en calidad de tal no sólo me asiste el derecho, sino que está dentro de mi estricta obligación comentaros ciertos detalles, tal como es el caso de los charloteos  chillando como golondrinas locas, siguiendo la ruda y poco cortés manera española de hablar a voces, lo que no en poca medida es atropellar los derechos de los demás.
Es sencillamente de sentido común, de elemental norma de conducta actuar civilizadamente, hablando con voz reposada cuando los interlocutores se hallan situados a un palmo de distancia unos de otros y no vociferar como si cada uno se hallase a media legua de separación.
Lo más lamentable es comprobar cómo no pone nadie de su parte ni un ápice de voluntad para rectificar y mudar de método, contrariamente, si a alguien se lo hago saber sale con la simplicidad, más bien con la patichadita de "este es nuestro tono de  voz". ¡Lo que hay que oír!

Nadie parece enterarse, y tengo la leve sospecha de que no ocurrirá nunca, que hay personas sensibles a los ruidos y que los gritos  taladran los oídos, y será la nonagésima nonogésima nona vez que lo hago saber, pero mis quejas se las pasan olímpicamente  por el arco del triunfo.
Su actitud hacia mí, en esta cuestión, es punto menos que de absoluto y total menosprecio, con la consecuencia final de que siguen hablando cada vez más alto, y yo  alzándome con el honroso  título de  malo de la película, teniendo que oír como con voz de hastío y resignación me lanzan a la cara la grosería "jo... Félix, qué pesadito eres". El abismo generacional es en este caso no es especialmente evidente, palpable, tangible. Todos estamos en el mismo “desguace”.
De verdad os digo que a la hora de largar por la boquita no se  parecen a nuestros antes paisanos mexicanos; más bien se asemejan  como los ojos a las orejas.
En México nadie habla a gritos como nosotros, los "gachupines" que alzamos la voz hasta una cima de decibelios intolerable. La mayor diferencia entre ellos y nosotros es su profunda educación… Siempre, se trate de quien se trate, pobres o ricos, hombres, mujeres o niños, todos son amables, sonrientes, bienhablados, jamás gritones. Parece que han nacido con ese don. Hasta sus palabrotas son más finas. Estamos en clarísima inferioridad, entre otras muchas razones, porque practican el lema: "el respeto al derecho ajeno es la paz"... Con sobrados motivos cuando nos oyen hablar tan rudo y golpeado piensan que reñimos enojadísimos.
En fin, aunque la esperanza es remota, pienso que quién grita y algún día, así sólo sea por inculcárselo a los hijos, caigan y caigáis en la cuenta que hablar a voces es completamente vulgar, y que  hacerlo con tono moderado y escuchando con atención y respeto es signo de inteligente civismo.

Besos y abrazos paternos

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