ESPERO NO SER UN LADRILLO
Valladolid 24 de abril de 2010
Querida Tere, muchachita maravillosa: Te quiero mucho, no tanto como mereces, pero muchísimo.
Lo tienes ganado con creces, porque tu corazón de oro, colmado de bondad y de
generosidad, da muestras claras de las más sentidas expresiones de gratitud por
algo que es lógico, natural y obligado hacer entre amigos que se profesan
cariño hondo y sincero.
Tu atenta y original carta me ha llevado a echar la
vista atrás y revivir el pasado, las mutuas visitas y vuestra presencia en
todas nuestras celebraciones familiares.
Se me ha quedado grabado indeleblemente en la mente y
en corazón la figura de Jesús, perfecto hombre de bien, persona que gozaba del
beneficio de ser un excelente ser humano. Me arde la imaginación inclinándome a
creer en profundidad que existe otra vida posterior para gozar de la inaudita “maravillosidad”
de volvernos a reunir todos allá arriba.
Espero no ser un ladrillo con mis frecuentes correos
electrónicos.
Me produce plena satisfacción contar con tan estupenda
familia mexicana, a la que deseo acompañen siempre la salud, la suerte y la
alegría.
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