HIJA GASTROPLÁSTICA
Melilla 6 Abril de 2001
M’ija, en breve exgordis: Tu gastroplastia, intervención
quirúrgica adelgazadora, me ha sugerido la idea de lanzarme a esta aventura; en
tanto en cuanto no desengordes y pierdas tu opulencia y exuberancia y te vea
convertida en un costal de huesos, te van a llover los e-mails, correo
electrónico un día si y otro también como el pan nuestro cotidiano, a más de
que, para que te resulte estimulante, lo más rosa posible, en términos tan
mimosos que, como la miel, te ayude a cicatrizar la herida. Tal me he
propuesto e impuesto, a ver si cumplo.
Lo que de momento nos interesa fundamentalmente es saber lo
que ya sabemos, que estás como una rosa, que no te duele mucho, y si te duele,
te aguantas a lo mero macho. Hombre, claro, así se habla, sí señora.
El hecho de que tengas que repetir una docena de veces tu
estado salutífero resulta positivo, es indicativo de que la gente se interesa
por ti, ¿o prefieres ser olvidada?
Tu apá en las
presentes circunstancias te aconseja vivir sin prisas ni sofocones, de modo
alguno sumirte en un estado de ansiedad, y cuando se obre el prodigio de sacarte de encima el lastre que te atosiga,
con tu nueva grata presencia y tu despierto cacumen (mucho taliento en el
celebro) seas una nueva mujer desbordante de alegría y buen humor, que
sepas gozar de las menudencias de las
que está llena la vida. Una
nueva Pili con un corazón lleno de buenas vibraciones y la boca de risas, porque conviene no
olvidar que la risa es al hombre lo que el sol a las flores.
Aunque no me lo pides, como padre te daré un consejo: puesto
que has de comer poco, hazlo sacándole
el máximo provecho, es decir, con los cinco sentidos, que con todos se come: la
vista, el oído, el tacto, el olfato, y, por supuesto, con el gusto, ¿vale?
Un beso
con chasquido en cada moflete de tu apá
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