Historias de toda una vida

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viernes, 22 de agosto de 2014

04 ADORADA MARÍA



ADORADA MARÍA
Valladolid, 5 de Septiembre del 2001

Adorada MARÍA: morenita preciosura de asombrosos ojos de un profundo y violento negror, niña soberanamente lista, y por añadidura con notable disposición para la música, pues pese a lo chiquirrina ya tocas como los propios ángeles cancioncillas que emocionan.
Bueno, en vista de ello, tu abuelo que te quiere como a la niña de sus ojos y desea que seas feliz como una rosa visitada por una mariposa "arco iris", como una estrella recién nacida, por ser día de tu santo y cumplir siete maravillosos añitos, voy a contar para ti sola, o sea, en exclusiva y con el propósito de que se llene tu espíritu  y tu imaginación de admiración y asombro el modo y la manera que actuó Dios a la hora de crear el Universo.
Bueno, mira, María, paseaba el Supremo Hacedor con magnificencia, a la vez que con grandiosa llaneza y campechanía por el Paraíso, fabuloso jardín botánico del Cielo, cuando de pronto se vió rodeado de una nube de angelitos, querubines, serafines...  que apenas le permitían dar un paso, asediado con un alborotado ruego:
-Divina Majestad, por favor, haz un milagro, obra un prodigio, un prodigio, por fa.
Asomó a la cara del Señor una deslumbrante sonrisa  y soberanamente afable y regocijado, con voz  divina dijo complaciente:
-Bueno, bueno, pequeños, paz en el Paraíso.
Y poniendo en juego su suprema inteligencia creó primero un punto que era y no era nada, y dijo:
-Muy bien, chiquirritines, mirad allí, ¿véis allá en lo más remoto de la misteriosa y más absoluta oscuridad una como canica  sin apenas superficie, hecha de nada, situada  en ninguna parte acelerándose en caída libre sobre un imaginario plano inclinado? Pues ¡atención! qué ahora viene lo bueno.
Y que la canica estalla, dando lugar a unos juegos de artificio jamás imaginados. ¿Recuerdas, María, la noche de San Juán  el la playa de Melilla la riada  de serpentinas luminosas que de pronto salpicaban el cielo de resplandores, a la vez que el estrépito de los petardos atronaban el ambiente? Pues igual, pero a lo grande, a lo portentoso, a lo sublime.

Por la natural expectación que despertó presenciar en primera línea aquella portentosidad, nada más y nada menos que el principio del principio de las cosas, hasta el tiempo inició su marcha, se organizó un buen tumulto a las puertas del Edén, un ligero conato de alboroto con algunos grititos  y empujoncitos de alas, plenamente justificado, puesto que para entonces ya se apretujaban estrechamente en torna al Todopoderoso la Corte Celestial en pleno. Allí estaban los arcángeles, seres angélicos de primer orden; ángeles, querubines, serafines, o sea, los nueve coros de espíritus celestes: potestades, principados, dominaciones, virtudes..., es decir, el Olimpo  al completo.
En Plena explosión de gloria y frenesí las bocas de todos los bienaventurados hechas "O" por la sorpresa, lanzando series interminables de ¿oooohss¡ y ¡aaaahss¡ de admiración y asombro, a más de exclamaciones entusiásticas  ¡Formidable¡ ¡Colosal¡ ¡Enorme¡ ¡Enormísimo¡
Efectivamente, ante los ojos pasmados de todos los moradores del reino celestial  la gran espaciosidad infinitamente vacía se iba llenando vertiginosamente, explendorosamente de constelaciones de todos los tamaños, nebulosas de todas las formas, nubecillas celestes de todos los colores: galaxias, galaxias y más galaxias, galaxias en espiral, galaxias elípticas, esféricas, anulares, irregulares, difusas y confusas. Las Siete Cabrillas, Cola de Dragón, Boyero, Cinturón de Orión, Camino de Santiago, ese caudaloso río de estrellas que cruza el cielo de punta a punta; el cúmulo estelar de Hercúleas, Cabeza de Caballo, Cangrejo, Las osas, Las Tres Marías, El Carro de la Virgen,  El Zodíaco... Esto es estrellas, estrellaaas por miles de millones, estrellas a miríadas: gigantes, enanas, variables, estrellas con rabo, equivocadas, viejas, recién nacidas, fugaces, blancas, rojas, azulosas y amarillentas, novas y supernovas, libres, fijas, errantes y erráticas, gemelas, triples, múltiples, explosivas, temporeras, variables... y hasta esos misteriosos y formidables  agujeros negros tan prepotentes gravitatóriamente hablando que curvan con facilidad los rectilíneos rayos de luz que osan cruzar por el  vasto patio de su casa. Finalmente  pidió Jehová la atención de la celestial concurrencia para mostrar dos motitas de polvo,  una algo mayor que la otra: la Tierra y la Luna.
Así, de este modo tan natural y taumatúrgico ocurrieron las cosas, y ahora tú conoces de  pe a pa tal maravillosidad supongo que unirás tu voz a la de los ángeles, querubines y serafines... en los aplausos, oraciones y emocionados  ¡hurraaaas!  Y ¡Loado sea el gran Arquitecto del Universo!
La voz del abuelo así mismo se  suma a la vuestra, a la par que te besa y te abraza con el corazón inundado de cariño.

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