SOY CORNITO
Valladolid
Queridos hijos: Sin preámbulos, soy cornito, según
mi tío Rojo, lo máximo que se puede ser, pero yo no lo digo por presumir, al
contrario, soy modesto.
Nací, me nacieron, en Cornón y estoy orgulloso de
ello, claro que si lo estuviera seguiría siendo cornito, por lo que más vale
que lo esté. Cada uno es lo que puede ser, pero eso sí, lo que seas, selo con
todo el alma.
No quiero mentir, ni engañar, ni gastar más saliva
de la necesaria pretendiendo hacer creer que puesto a señalar en el mapa con el
dedo el lugar preciso para nacer le hubiera elegido a él, porque tampoco es un
timbre de gloria nacer en un lugarejo que todo lo que hay que ver es un hombre
con gorra, y a otro hombre con gorra, y otro, y otro, y todos todo el rato, y eso ayer, porque ahora ya ni
eso, dado que sus hijos han emprendido
graciosa huida, y lo han dejado desinflado como acordeón.
Pese a todo y a que allí no me quedan raíces, hablo
con jactancia de mi patria chica, que como la de todos, es muy grande. Grande
es el muy noble y leal Cornón. Ese pedacito de sonido tan sonora que le bautiza
se lo ha ganado a pulso. Cornón no es Numancia ni Sagunto, pero tiene su
notable hecho histórico.
Según el señor cura, fino aficionado antropólogo,
existen no pocos vestigios de que los romanos estuvieron allí, invadiendo el
lugar, pero aquellos mis remotos paisanos no eran ni mancos ni cobardicas y
contraatacaron por sorpresa y tal empuje
y brío que el corneta del ejercito invasor, echando mano del cuerno, tocó
retirada tan atemorizado y tan reciamente que feneció con los pulmones
reventados por el supremo esfuerzo. Y a lo que parece aquel gran
"cuerno" derivó en "Cornón". Este es el notable y sencillo
origen del nombre de mi terrón natal.
Así que, hijos, aunque de Cornón ya no se puede
decir que es mucho Cornón, soy cornito de hueso colorado, y a quien no le guste
que se compre un pirulí.
Besos y abrazos paternales
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