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viernes, 22 de agosto de 2014

10 FERIAS Y FIESTAS PUCELANAS



FERIAS Y FIESTAS PUCELANAS
Valladolid 12 Septiembre 2001
Queridos hijos: Estamos en ferias, en pleno festival taurino, festejos en honor de Ntra Señora de San Lorenzo, y estoy imaginando el alegrón de la Virgen con el cruento espectáculo, aunque yo que sé, español atípico a quien no se le desborda el entusiasmo por torístas, torerístas ni toreadores y en razón de ello,  hasta donde llego en lo de la  fiesta brava es que los toros son negros- azabache, mohínos o zaínos-, hasta los hay bragados, y que los toreros se embutan en unos ceñidos trajes de colores sandungueros, verde y oro, rosa y azul duque, rojo sangre y negro, blanco blanquisimo... llenos de bordados, borlas y alamares, y algo más, poco, del resto de la parafernalia de la fiesta: toreros liado a la cintura el capote de paseo, toros y ganaderos, banderilleros que clavan unos palitroques adornados con franjas españolas, varilargueros que actúan sobre un pobre caballo vendados los ojos para no ver la bestia bruta que le embiste, autoridades, pañuelos y trofeos, música de pasodoble que se repite sin repetirse, monosabios, mulillas... .
Pero, tengo que admitir, digo que algo más habrá oculto para mi que encandila y emociona a tantísimos, a juzgar por las colas ante las taquillas, que son tumultuosas  y precios de dejar temblequeando la cartera. Será, se dice, la emoción estética que surge del peligro a la hora en que más o menos artísticamente, se envía al cornilargo  directo al paraíso en plan mártir.
Para quienes tenemos ojos y no sabemos ver ni comprender el rito y la liturgia, la expresión plástica y demás elementos que forman el arte tauromaco, la fiesta del olé/ole, a grandes rasgos, se reduce a un coletudo que con riesgo de la vida trastea y hace filigranas poniendo un trapo rojo ante el morro del morlaco, un animal con trapío y bravura, pero de una candidez patética, pues se va tras el burdo engaño como una cosa tonta, y cuanto más bobalicón se muestre más méritos se le atribuyen. Si contrariamente el cornúpeta es vivo y se muestra renuente a entrarle al trapo, será calificado de blando y descastado. En opinión de los aficionados, con o sin afición es tonto, el toro listo.
Y como el ritual de la corrida tiene su conclusión en el sacrificio de la res con la estocada final, pero ocurre frecuentemente que el espada falla con la tizona y si al desacierto le acompañan bramidos lastimeros del condenado a la última pena, el cruento circo resulta tedioso, sin arte ni gracia.
"Maestro, no hubo suerte, que se le va a hacer".
A vosotros hijos, que os acompañe la mejor de las suertes para que en vuestras vidas no falte emoción, arte, y valor.

Abrazos de vuestro padre

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