¿HABÉIS VISTO ALGÚN
ÁNGEL?
Valladolid 26-Agosto-2001
Adorables nietecitas
María y Marina: ¿Habéis visto algún ángel? ¿Sabéis
que los ángeles son un lujo de Dios que actúan
de intermediarios entre Él y los hombres, y que aunque invisibles
aletean entre nosotros como bandada de golondrinas venidas de más allá del país
de la magia, del reino de la indefinida felicidad, y que hacen sonar
campanillas de plata sobre la cuna de los niños y por ello sonríen
angelicalmente en sus sueños?
Aunque la iconografía los describe
con forma humana, los ángeles son espíritus de luz dotados de un cuerpo etéreo,
incorpóreo, sublime. En torno del trono de Dios y de la Virgen revolotean
rechiquitines renacuajillos de ángel, querubines sólo cabeza y alas, sin
cuerpo.
Según aseguran los más conspicuos
teólogos hay ángeles para todos los menesteres, querubes desde los más humildes
hasta los de máximo fuste. Mensajeros y guardianes, los hay que se cuidan de
guiar por el azul del firmamento a las estrellas, los que mantienen activa la
luz y el calor solar, los que se cuidan de que la luna crezca y se llene,
mengüe y se vacíe alternativamente. Los ángeles encargados de formar las nubes
y las tormentas están muy ocupados. Entre sus ocupaciones más importantes se
encuentra la de servir la lluvia a la tierra cuando es menester y administrar
los vientos soplando con los carrillos hinchados. A veces no les alcanza el
tiempo para todo, de ahí las sequías pertinaces. Y cuando parecen ociosos
juegan a los bolos saltando de nube en nube, que es cuando se organizan los
truenos y los relámpagos.
Ha habido, y continúan, grandes
discusiones sobre cuántos ángeles caben en la punta de una aguja, y de especial
manera sobre si los ángeles tienen o no sexo, si son niños y niñas. Personalmente
opino que sí, naturalmente, porque en las gloriosas pinturas en iglesias y
catedrales se ven angelitos haciendo uso de la colita en el momento de hacer
pis. Lo que nunca se ha visto ha sido angelita alguna en cuclillas en el
instante de hacer pipí. Será, seguramente, porque ellas más medositas se cuidan
mucho de evitarlo. Existe la teoría de que las ángelas, dicho más exactamente,
serafinas, tienen cuatro alas, dos destinadas a volar, como los pájaros, y las
otras dos para cubrir el culito.
En el reino del cielo nos
adjudican a cada uno de nosotros un ángel de la guarda que nuestras madres nos
enseñan a encomendarnos: "Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me
desampares ni de noche ni de día". Y, efectivamente, nos protegen de los
peligros del mundo y hacen lo posible por conducirnos por caminos seguros. Con
el ángel custodio al lado de la cuna del hijo, las madres confiadas sienten el
dulce grato placer que produce saber que el niño cuidado paciente y
amorosamente dormirá lleno de felices sueños.
A unos más y a otras menos, pero a
todos nos ha causado viva impresión la contemplación de la muy difundida
litografía en la que un despreocupado jovencito juega corriendo y saltando por
un prado no lejos de peñasco cortado casi en vertical y, de repente, sin aviso
previo, empujado por su talante
impulsivo y fascinado por una tentadora flor situada al borde mismo del abismo,
corre hacia ella desconociendo el peligro que ello supone pretender alcanzarla,
se le ve sosteniéndose en la punta del pie, a punto de resbalar y caer en el
barranco, en cuyo fondo bullen las agitadas aguas de un tumultuosos río. El
buen ángel protector, con experiencia directa y dosis inagotable de prudencia y
paciencia permanece en estado de alerta, y situado a su lado a la distancia
mínima, para que con la voz del corazón susurrar al oído del niño, "no,
por favor, no sigas". Sin la celestial del buen ángel enviado por Dios, la
travesura hubiera tenido como inevitable desenlace final el despeñarse el niño
por el precipicio. Todo queda en tenso y emocionante estremecimiento.
Los ángeles son un misterio que
encierra un interés excitante, y quienes no creen en ellos nunca entenderán
porqué ocurren asombrosas e inexplicables cosas.
Jovencísimas y lindas nietas, sois
las angelitas sostenedoras de la alegría del abuelo que os besa y abraza con
cariño sin límites.
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