Historias de toda una vida

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miércoles, 6 de agosto de 2014

13 VIRGEN SANTA DE LOS GORDOS



VIRGEN SANTA DE LOS GORDOS

Martes y 13-Agosto-2001

Queridos hijos: Guisoteando esta mañana de pronto la imaginación me ha preocupado con la cuestión que, no perplejo, me ha dejado de piedra, sin sangre en las venas: Los cincuenta mil kilos de alimentos que he enterrado en mi estómago durante el curso de mi existencia. En conjunto lo equivalente a cien bueyes. No exagero, más bien son cálculos moderados.

Tomo lápiz y papel y hago rápidas operaciones aritméticas; considerando que no he sido ansioso tragallón, pero que tampoco le he hecho ascos a los placeres de la mesa engullendo más de lo que pide la naturaleza y consecuentemente, vamos a ver; entre desayuno, comida, merienda y cena, un día con otro, un kilito, muy, muy cumplido de sustancia alimenticia sí que he metido entre pecho y espalda; digamos pues, que grosso modo, seiscientos kilos anuales.
Multiplicando esta cantidad por los ochenta años que cumpliré, suma la enorme cantidad de cincuenta toneladas. Es decir ¿Cuántos vivientes, reses, cerdos, aves, cientos de panes pequeños y grandes, qué ingente volumen de cereales, legumbres, hortalizas y fruta; cuantos cántaros de leche, toneles de vino y otros licores he necesitado tragonear para mantener en pie mi sistema de vida?

Santa Virgen de los Gordos ¿Qué he hecho yo para merecer el derroche de esa enormidad de riqueza necesaria para alimentar a un insignificante individuo como yo, que bien mirado, cualquiera de los seres que dieron su vida para componer mis comidas poseía más dignidad y honor que yo?

Si triunfase la racionalidad sobre los instintos me convertiría al vegetarianismo, pero para eso se necesita valor y yo soy humano, muy humano y temo que todo siga igual.

Hijos, espero que las cosas os marchen como la seda.
Cálidos besos y paternales abrazos:
Félix

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