LENGUAS VIPERINAS
Valladolid 23 de Agosto de 2001
Queridos hijos: Paseo por el
campo y llega hasta mí el monótono y estridente canto de una cigarra que me
pone caviloso, orillándome a reparar que hay gente que la goza levantando bulos
y atribuyendo a los demás las mayores tremendeces, y esto no nos ocurre
únicamente a las personas, también a los animales, porque anda que no les ponen
a bajar de un burro a las inocentes chicharras tachándolas de despistadas,
frívolas e irresponsables, con la acusación de no saber hacer otra cosa que
tocar y cantar. Y qué decir del avestruz con quien se come la gran injusticia
de pintarle como ave tonta de capirote, pájaro bobísimo por usar la política
idiota de esconder la cabeza bajo la arena si ve en el paisaje un peligro,
creyendo que así elimina el paisaje con peligro y todo.
Sé de buena tinta que nadie nunca ha visto a un avestruz la absurda
estrategia que le atribuye el mito popular, contrariamente, para afrontar el
acoso de un depredador recurre a varias estratagemas. La primera es salir
corriendo a todo gas, porque esta ave, la mayor del mundo, puede alcanzar si es
necesario los 70
kilómetros por hora. Otra manera, sobre todo cuando
vigila a los huevos y a los polluelos recién nacidos, en la que distrae al
intruso echando a correr en zigzag con las alas colgando para simular que está herido y, por tanto,
resulta presa fácil. La tercera maniobra es un ardid sutil: ante una amenaza el
avestruz se acuesta con el cuello estirado a lo largo del cuerpo que le camufla
mejor, dando la impresión de haber
desaparecido incluso antes de alcanzar el horizonte.
Hijos, suerte y que os veáis
libres de las leguas difamadoras.
Besos y abrazos
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