Querido yayo Félix: habrás notado que llevo tiempo sin comentar tus
cartas; sin poner nada justo delante del título. Hoy lo hago de nuevo para
explicarles a tus lectores, que en la presente, pese a algunas frases que
pudieran parecer de reproche, no son más que la fina ironía con que te quejabas
exageradamente.
Quienes te conocemos sabemos que tu cascarrabiez, te hacía protestar
de “gritonas” a las gentes que en muchedumbre teníamos que levantar la voz una
pica más que un susurro. Tal como tú mismo hacías sin darte cuenta.
Presumes en muchas de tus cartas de los honorables nombramientos de
“Mejor Padre” y “Mejor Abuelo”.
A mí me otorgaste –y luzco con honor- los de “Ricachona” (por lo mucho
que me oías quejar de no llegar a final de mes) y el de “Gritona”, o
“Gritoncita”, que bien me gané por hablar una pica aún más alto que tus dulces
y mexicanas hijas.
En honor a la verdad diré que además de gruñoncete y cascarrabias,
eras y serás siempre un adorable ser humano que ¡ya nos gustaría volver a
escuchar sus “reproches”!
Querido y añorado Yayo Félix: Hoy me despido con un fuerte abrazo que
te encargo le des también a mi padre.
Dulces sueños
Marisa Pérez
HIJA DULCE Y GENEROSA
VALLADOLID
10 Agosto de 2001
Querida
hija Eva: Tus invitaciones a merendar producen en mí el mayor placer, no
únicamente por las exquisiteces con que me obsequias, que con ilusión comería
sólo pan y queso, lo que verdaderamente cuenta son los sentimientos. O sea, que
es más, mucho más, es llegar a la casa de una hija dulce y generosa no para
decir "hola y adiós", te retienen el estallido de los alegres olores
que gravitan en el aire, amén de otras muchas cosas, por supuesto.
Un
ejemplo, un detalle que produce buenas vibraciones, no cometer la vulgaridad de
darme a beber Coca-Cola o agua monda y lironda, sino un vinillo sublime,
"la leche de los viejos". Por mis escasos merecimientos no sé si soy
acreedor a la distinción, pero en todo caso es una buena muestra de cumplir el
cuarto mandamiento de honrar a tu padre.
No
me puedo quejar, ni me quejo, de mis otros retoños, brote de mi sangre, pero
como a veces surgen escaramuzas verbales por una dificultad que siempre es una
y la misma, su modo y manera de hablar a voces, lo que para ellos es "su
tono de voz" y en mi opinión una de tantas maneras de pisar los derechos
de los demás por taladrar oídos. No sé quien tiene la razón si ellos enviándome
con la música a otro parte "porque ya son mayorcitos y saben lo que
hacen" o yo que considero tener el deber de hacer todo lo humanamente
posible para que mis hijos actúen
siempre con buena y virtuosa educación. Pera mí sería más cómodo, más
fácil y sencillo oír, ver y callar, no meterme en berenjenales y dejar que siga
el aturrullante ruiderío, pero tipo raro de narices no sé cerrar la boca y ya
está organizado el baile. Entiendo que las cosas de deben decir una vez y no
repetirlas hasta el aburrimiento, pero si nadie escucha ni se entera de nada
¿qué? Persistir en mi intento para ver si alguna vez alguien dice: "Ay,
papá, pues es cierto". No caerá esa breva, por eso, como se ven tantas
cosas inauditas, a veces uno se pone en lo peor y piensa: " Ay, Dios,
llegada la circunstancia propicia ¿te abandonarán en alguna gasolinera?
Bueno,
mucho es decir poco en la confianza que tengo en que si por alguna causa, la que
sea, en cualquier momento, hoy, mañana, pasado, de noche o de día son
necesarios, sin pensarlo dos veces, una llamada y lo que tarden en llegar. Y si
no es así, cuando ocurra ocurrió y entonces me preocuparé.
En
absoluto me apetece vivir en un estado de ansiedad descorazonándome
anticipadamente por algo que aún no sé si ocurrirá o no. Lo que sí me
apetece es dar a las cosas la
importancia que tienen y para ello nada mejor que tener los ojos muy abiertos
para ver las cosas como son; aún mas
abiertos para verlas diferentes de cómo son, más abiertos todavía para verlas
mejor de lo que son.
Hija,
tú grita poco, ríe mucho y se feliz.
Besos
y abrazos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se tan educado en tus comentarios como quieres que lo sean contigo