TODOS QUEREMOS SER RICOS
Valladolid 24 de
Agosto de 2001
Queridos hijos: En la homilía de la misa dominical el sacerdote ha
hablado largo y tendido sobre el hecho real de que todos queremos ser ricos,
que el dinero nunca sobra, o sea, dinero, dinero, dinero y lo demás es lo de
menos, sin que nunca nos paremos a considerar que podemos estar viviendo
engañados, porque Jesús que por supuestísimo sabía lo que traía entre manos,
dijo en el Sermón de la Montaña: “Bienaventurados los pobres, porque de ellos
es el reino del cielo”, y un refrán hay por ahí
que asegura “que si suprimimos los deseos no necesitamos nada, el cielo
es nuestro”.
San Francisco, un santo de muchas campanillas, patrón de la iglesia de
los frailes, opinaba de idéntica manera y obrando en consecuencia era
feliz a lo grande amando a cuanto había
a su alrededor, personas, animales y cosas, necesitando muy poco para vivir y
ese poco lo necesitaba muy poco. Evidenciando que para estar sano y ser dichoso
no es necesario el dinero, ni casa por todo lo alto, ni cochazo, ni tanta
vacación como la actual que todo el mundo ha escapado a la playa.
La riqueza, -siguió su prédica- no es más que un espejismo, una ilusión
engañosa que nos impulsa a creer que las tarjetas de crédito son un manantial
de felicidad.
Naturalmente hay que entender por pobreza no el extremo de
no tener nada, sino de no tener necesidad de nada esencial, el quid de la
cuestión está en el límite que nos marquemos. Si tomamos la pobreza como
conformidad con lo que ofrece la vida,
sabiendo apreciar la belleza, la sencillez y lo natural, nos conformamos con lo
imprescindible, poniendo freno a la vorágine consumista en que estamos inmersos
y suprimiendo lo superfluo la vida se llenará de gracia, alegría y salud.
Hijos, el señor cura está cargado de razón, pues si
buen lo consideramos, en la primera respiración después de nacer, nada
teníamos, nuestros padre, que no eran precisamente potentados, nos lo dieron todo.
Con la última
respiración no nos llevaremos nada, entre una y otro sólo necesitamos lo
suficiente para cubrir las necesidades vitales. Un momento de reflexión sería
suficiente para entenderlo, pero, desgraciadamente, el “taliento de nuestro
celebro” es escaso y no goza de la capacidad suficiente para llegar tan lejos.
Besos y abrazos
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