Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

lunes, 7 de julio de 2014

NUESTRO FAMOSO RÍO



NUESTRO FAMOSO RÍO
Valladolid 6 de Julio de 2001

Queridos hijos: Dado que la mañana es alegre y agradable apetece un paseo y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, ¿por dónde mejor que por sus orillas? Pero ocurre que paseo también los ojos y veo el río de desperdicios de sus riberas. Sorprende la cochambre que arrastra, aunque en realidad no sorprende tanto, pero sí entristece comprobar la manera irracional con que se trata nuestro famoso río, convirtiéndole  en auténtico vertedero de basura, arrojando en él increíble cantidad de desperdicios. Cabrea, da dentera observar como se contamina  todo sin ser conscientes de nada. Lo que no sirve,  ¡hala! a volar de cabeza al río: botellas, zapatos, cajas de leche, plásticos, sillas, neumáticos, hasta camas, colchones, frigoríficos, animales muertos y lo peor de todo, los desagües, que con los calorones  reinantes, al aproximarte al espumoso recodo despierta violentamente el olfato. ¡Qué pésima impresión!
Pero en realidad, hasta aquí nada nuevo. No es nuevo ver cometer la barrabasada de contaminar el río y lo que no es río. Bien, lo que sí es novedad es que ahora resulta que no. Resulta que como está de moda calificarlo todo de ecológico, se trata de transformar cuanto se nos ponga por delante, lo estoy leyendo en la prensa, y es una cosa que ya digo, lo que nos faltaba.
Los responsables organizadores del turismo, para atraer ese tipo de visitantes que lo inundan todo sin valorar nada, pero dejan pasta, los increíbles geniecillos queriendo enmendar la plana a Dios y a su hija la madre Naturaleza proponen un plan genial, se trata de sustituir el bello color verde de la arboleda que bordea el río por otra artificial de mil colores a base de pinturas químicas. Lo que hay que ver, pensarán, quizá, que harán felices a los pájaros  construyendo sus nidos en árboles tan decorativos, y hasta puede que se animen a poner ellos mismos los huevos de colores, a las ardillas acudirán en tropel  a trepar jubilosas por los árboles de colorines. Lo que no se les ocurra a ellos no se le ocurre ni al diablo.

Besos, besos y más besos de nuestro padre

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