EL TIEMPO ES LO QUE ES…ADIÓS, MELILLA
VALLADOLID, 30 DE Junio de 2001
Querida hija: Como el tiempo es lo que es, todo
llega y ha sonado la hora de emprender graciosa huida, abandonando Melilla tras un pequeño incidente con un policía que
hizo gala de una arrogancia y unas ínfulas fuera de lugar. Esgrimiendo unos
argumentos raros y desconcertantes sobre mi documentación pretendió dejarme en
tierra y casi lo logra, pero al fin tuvo que reconocer culpablemente que había perdido el sentido de la lógica,
organizando sin razón de ser una
tormenta en un vaso de agua, y dejarme paso libre, pero no antes de haber sido
causante de que el avión retrasase la salida en mi espera.
Levantado el vuelo hacia Madrid, una preciosa
azafata repite suS monótonas y desganadas instrucciones para salvar la vida en
caso de que el avión se incendie o se precipite desde el cielo al mar o al
fondo de algún abismo terrestre.
Como el panorama no ofrece mayor atractivo, el mar
envuelto en una niebla lechosa y la tierra árida y sin colorido, dejo libre la
imaginación que me lleva hasta el anhelo que desde siempre ha sentido el hombre
por volar con sus propios medios, dando lugar a que gente que se puede
calificar de dementes, delirantes, soñadores ilusos y disparatados con un paraguas abierto o unas alas rígidas o
movible prendidas en los omoplatos se
lanzaran al vacío desde lo alto de una montaña
o la cornisa de un edificio, no pocas veces con consecuencias fatales.
Pero la hora de los inventos había sonado, logrando
la prodigiosa consecuencia de que en un abrir y cerrar de ojos sobrevolamos
Madrid. La azafata anuncia el aterrizaje, haciendo volver a sus asientos a los
que no estaban en él, y ordenó que se dejara de fumar y abrocharnos los
cinturones. Cuando las ruedas del aparato tocaron tierra di el clásico suspiro
de alivio que prácticamente da todo el mundo.
Rocío en iguales circunstancias recurre a lo fácil,
el taxi, yo prefiero el metro, más emocionante. Si sabes mirar, siempre te
sorprenderá algo.
Por poner un ejemplo: entró en el vagón una persona
visiblemente pobretona, poco aseada, mal oliente y por añadidura feucha. De
manera poco elocuente relata una situación bastante trágica y demanda ayuda. La
gente se hace la distraída y mira para
otro lado sin soltar prenda. Pasea de arriba abajo y con apenas alguna
calderilla; sin pena ni gloria abandona el tren.
En la siguiente estación invade el vagón otro
pedigüeño, cuenta parecida situación
angustiosa, pero en esta ocasión todo es algo diferente: mejor facha, más
limpio, mejor vestido, más locuaz, convence mejor y el personal se rasca los
bolsillos, lloviendo las monedas y hasta las sonrisas. La situación no deja de
producir cierto impacto significativo. Por favor, antes de obrar tan discriminadamente debiéramos pensarlo mejor y
ser más juntos, tener algo más de espíritu de solidaridad.
Como se inicia el periodo de vacaciones la estación esta a tope de viajeros, tomo el
autobús que sale en el lugar número 12 hacia Valladolid. Todo va sobre ruedas y
ya estoy en casa feliz y contento.
Besos y abrazos
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