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lunes, 7 de julio de 2014

INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS



INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS
Valladolid 7 de Julio de 2001

Queridos hijos: Soy dormilón y no poco soñador, sin que falten las pesadillas: me persigue un toro, me arrolla un tren, me precipito por un abismo... en fin, os hablaré  de sueños, los que no hace tanto se les consideraba cosa de poca importancia porque no decían verdad ni nada significaban, pero Freud ha venido a demostrar que de eso nada, todo sueño manifiesta un deseo reprimido, y la labor del sueño es satisfacer ese deseo insatisfecho. Por disparatados, embrollados y confusos, por más que carecen de sentido, todo sueño encierra siempre un significado oculto.
En los ingenuos sueños de los niños resulta fácil descubrir sus deseos más íntimos porque coinciden el contenido latente con el manifiesto.
Recuerdo que Jorge siendo crío, un día en la piscina que no le permití bañarse porque tosía, según  me contó después entusiasmado había pasado la noche nada que te nada. En otra ocasión que no había participado de la tarta que se sirvió por haber vomitado, soñó que le habían servido una tarta entera para él solo.
Pero en los adultos el inconsciente, que es quien gestiona los sueños, es vivales, malicioso y astuto y comete todo tipo de fechorías delictivas bajo apariencia de acciones inofensivas. Si soñamos algo en apariencia inocente, sin malicia, casto y puro es porque una conciencia noble y bien nacida se avergonzaría de vilezas y bellaquerías, porque honrados sentimientos están lejos de participar en las canalladas, pero el inconsciente, el muy truhan, refugiado muy en el fondo de nosotros y maestro en actuar bajo los más extraños disfraces, de pronto se manifiesta con representaciones simbólicas tan llenas de malicia, pero con tal apariencia de actos ingenuos y honrados que llegan a ser verdaderas obras de arte. Sirva de ejemplo el señor que se mantuvo todo un día preocupado por la dificultad que le suponía saldar una deuda, y la preocupación del día continuo en la noche, lo que le orilló a soñar que una adivina le secreteaba el número que saldría favorecido con el premio gordo de la lotería  y le llovía encima dinero a mogollón. Hasta aquí todo normal, pero desenmarañado el embrollo por el psicoanalista, es decir, aclarado no lo que aparentemente decía, sino lo que de verdad  "decía", perplejo descubrió que su deseo intimo era que un tío rico y solterón que le dejaba en posesión todos sus bienes, había muerto repentinamente atropellado por un automóvil cuyo conductor se había dado a la fuga, que quién quita fuera él mismo. Pero lo bueno viene ahora, después de la granujada el pícaro inconsciente se lava las manos, olvidándolo todo rápidamente. ¡Qué bonito!
Pero vamos a ver, bien consideradas las cosas el inconsciente, en el tema de los sueños, no pasa de ser un súper yo bonachón donde los haya, porque aunque  capaz de tramar las mayores barrabasadas para satisfacer deseos reprimidos, se limita a soñarlo, que es el sustituto de la acción, sin dar un paso más, suficiente, sin embargo, para que al llegar la mañana el cuerpo se sienta satisfecho y el alma serena al verse libre de su tensión interna.
Hijos, tenéis que reconocer que este juego de los deseos secretos es para rodar por el suelo de risa, de no ser perfectamente exacto.

Besos y abrazos de vuestro padre

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