MELILLA TIENE UN ENCANTO
ESPECIAL
Melilla
10 de Junio de 2001
Querido amigo: ¿qué tal tus dichosos mareos? ¿Te sigue dando vueltas
el mundo? Supongo que todo irá bien, porque para un chico como tú joven, guapo
y valiente ¿quién dijo miedo?
Tú siempre adelante, y como hago yo, a vivir descansando y disfrutando
de las pequeñas cosas de la que la vida está llena, que lo demás es lo de menos.
Melilla, por eso me retiene, tiene un encanto especial, la gente es
amable, el clima, los ficus, el mar..., para qué más que la puritita verdad, te
hace sentir que estás en un lugar distinto y muy especial. Pero es curioso
observar la diferencia de opiniones
entre los políticos y el pueblo llano.
Los primeros tratan de lavar el cerebro de los segundo haciéndoles
creer que lo blanco es negro,
disimulando lo malo y pretendiendo convertirlo en bueno. Lo digo porque las
playas situadas entre dos puertos importantes que arrojan al mar todo tipo de
porquerías no están demasiado limpias, en absoluto para la bandera azul. Cierto
que cada día veo pasear muy ufana una máquina paseando por la arena, pero más
removiéndola que limpiándola, y eso es poco. En fin, qué eso, ¿qué quieres que
te diga?
Las mujeres mahometanas visten fatal, todas iguales, exactamente
igual, chilaba, que cambia de color pero no de hechura, pañolón en la cabeza y
chanclas sin madias ni calcetines. Estos
faldumentos son todo su atuendo durante todo el año, festivo o no, haga frío o
calor.
Tampoco es que falte alguna mocita asombrosamente bien hecha, cara bonita,
pestañas como abanicos, portentosos ojos grandes, brillantes y negros como un
charco de tinta china. Estas son las jóvenes que hablan español y visten a la
europea.
Soy, te cuento, el cocinero oficial de la casa, compro y cuando llegan
tienen la mesa puesta y la comida lista. La cocina, hablo por mí, es relajante
y divertida, con lo cual, si juntas relax con diversión, una copita de vino, y
por añadidura preparas el rico, rico, la combinación es perfecta.
Ser un cocinero ducho es fácil y posible, consiste simplemente en
conocer el truco de que los condimentos posibles son cariño, tiempo y un poco
de imaginación.
Con las vacas como regaderas, la carne la hemos dejado para cuando
encontremos alguna cuerda. Contamos, por supuesto, con el pescado y el marisco
fresco, sabroso y a buen precio, detalles indudables por la proximidad al mar.
Cuando me sobra tiempo, entonces me siento en el paseo Marítimo de
espaldas al mar a ver pasar las chicas de apariencia deleitosa, jóvenes
avaladas por unas medidas, a ojo de buen cubero, perfectas, que haberlas,
hailas, y el entretenimiento es grato y barato.
También suelo hacer: darme la vuelta y quedar cara a cara con el mar y
paso largos y suaves ratos viendo las olas saltar, revolviéndose sobre sí
mismas y romper en volutas cambiantes y espumantes con obstinación ciega...El
mar para la gente de tierra a dentro, irradia un infinito misterio. Creo, a mí
me pasa.
Y por ahí ¿qué? ¿El mismo ritmo? No he vuelto a jugar al mus, así que
lo poco que sabía...
Imagino que mi primo el de “Zumo Sol” por su anatomía de impacto, un
cuerpazo como la torre
Eiffel, una obra de ingeniería, nacido, al igual que la gran
persona que es nuestro común amigo, para disfrutar del bailoteo. ¡Felices
ellos!
Además de abrazos para ti y para todos, toda mi simpatía y estima,
junto con los deseos nunca os falten a ninguno salud, alegría y emociones.
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