Valladolid lunes 22/11/2010
Rebeca, querida nieta:
Soy el primero en reconocer plenamente que tu madre es una hormiguita hacendosa sin un momento de reposo; como vía de ejemplo pasa el día sube y baja con tandas de ropa para lavar y planchar; claro que cuenta para realizar esos menesteres con una estupenda lavadora que prácticamente lo hace todo y desarruga lo lavado con una plancha que realizar con ello la faena resulta, digamos, que coser y cantar comparado con el arduo trabajo que era para mi madre, residiendo en Cornón.
Sé que todas las comparaciones son odiosas, pero permíteme equiparar ambos trabajos, el de mi madre y el de mi hija. En el muy noble y leal Cornón de la Peña el lavado comenzaba cargando sobre la cabeza una buena tanda de ropa y darse la caminada de dos kilómetros para llegar a la charca donde se efectuaba la colada. Si era época invernal, dado que el clima del pueblo es extremoso, los días que Siberia abre de par en par puerta y ventanas para que escape el frío que la sobra y no poco llega a Cornón; romper el hielo y en aquella agua congelada golpear la ropa sobre piedra con las manos ateridas y regresar con la ropa húmeda pesadísima resultaba agotador ¿Y secar? Colgada la ropa se helaba, quedando tiesa y dura como una tabla y a esperar días a que saliese el sol, el mayor don que Dios ha dado al hombre. En verano el secado no resultaba problemático, pero sí causa de grandes sofocones.
Tocante al planchado, la única semejanza entre las dos planchas era que para comprobar la temperatura se escupía en la superficie donde la saliva se evaporaba bailoteando nerviosamente. Por lo demás la de la autora de mis días era una plancha con chimenea en la que había que introducir carbones encendidos.
¿Y qué decir del coser? La autora de tus días no coge una aguja, la mía no la dejaba de las manos remendando rodilleras, culeras, calcetines...Imagino que tú que únicamente conoces lo cómodo que hoy resulta realizar las cosas, te causará asombro la ardua vida la de aquellas espartanas mujeres de antañamente.
ADIÓS, BESOS
Félix
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