Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

domingo, 14 de diciembre de 2014

ADIOS TÍO PAULINO

 ADIOS TÍO PAULINO 14-12-2014

Querido tío Paulino: Cuando esta mañana recibí la llamada de Pili, nada más escuché “Hola” y supe que algo malo ocurría. Enseguida me contó entre lágrimas que nuestro tío Paulino ha partido a un lugar lejano, muy lejano, para reunirse con nuestro querido Yayo Félix y todos los que con él, esperaban tu llegada.
Tu vuelo ha sido rápido y placentero, la mejor forma de partir que se me ocurre tras una vida tan apasionada como dura, y tras un día feliz de despedida sin saber, ni tú ni ellos que lo era.

A través de Pili conocí tu historia y siendo ella “mi hermana” y tu hermano su padre, mi querido yayo Félix se autonombró “mi padre adoptivo” por el cariño que nos teníamos, raro no fue que tú, te convirtieras en “mi tío”. Ninguno de los propios me mostró tanto cariño y respeto como me regalaste. Bien sabes que ese cariño y respeto es reciproco.
Hoy he perdido a uno de mis más fieles lectores. He sabido que no volveré a recibir tus cariñosísimas cartas, pero he sabido que si un día necesito tu ayuda, la tendré incondicional.
Se nos fue el querido tío Paulino, ejemplo de bondad y dulzura. Has sido un hombre sin maldad ni egoísmo; de alma pura como la de un niño y fuerza de gigante en el corazón.
Noble, generoso, sencillo, humilde, que entregaste tu vida a los demás hasta extremos que contigo llevaste al Cielo y que tan sólo saben aquellos que hasta la vida te deben.
Hombre amable, ejemplo de persona, ejemplo de hombre de Dios, de caridad y amor...ejemplo de ejemplos.
Me faltan adjetivos que puedan calificar tu grandeza.

Hoy lloramos tu partida a sabiendas que estás con todos aquellos que te amaron y amaste. ¡Qué grande habrá sido el abrazo que te han dado para recibirte! Y qué bonita la sorpresa del Yayo Félix al verte allí sin esperar tu llegada.
Dejas tras de ti una vida tan plena como humilde, siempre haciendo lo que más amabas: llevar al extremo tu vocación religiosa para hacer el bien y entregar todo tu amor a quien más lo necesitaba, ayudando a enfermos y desvalidos. Hoy todos ellos llorarán tu muerte y aunque mereces más que nadie ser canonizado, ellos, te elevarán a los altares y serás su “Santo Padre Paulino” al que dirigir sus oraciones y lo que con amor te pidan, con amor concederás, porque ahora continuarás con tu labor llegando al mundo entero que te necesite, ese era tu sueño en la tierra y ahora podrás cumplirlo.

No nos olvides tío Paulino. Somos muchísimos los que no te olvidamos.
Hoy, tal como lo hago con mi adorado padre y mi querido Yayo Félix, miraré tu estrella junto a ellos y diré: Dulces sueños mis vejetes amados.

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