Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

martes, 5 de agosto de 2014

MUÑECAS RUSAS



MUÑECAS RUSAS
Valladolid, 4 de Agosto de 2001
Querida hija: Son 120 los días transcurridos desde aquel de tu intervención quirúrgica y restablecida felizmente la herida abierta y logrado deshacerte de la abundante humanidad echando fuera la chichi y tocinillo que colgaba de tu cuerpo, y como todo va perfectamente bien y tu corazón salta de alegría muy justificadamente, porque salvo error u omisión, cuántos son ¿20? ¿O ya son más? No sé, ¿25? Tal vez. ¿O treinta? Sabiendo como bajas de muchos en muchos uno se queda de pasta de boniato. Es una auténtica gozada saberte una Pili nueva, llena de buenas vibraciones, saboreando los días que vas invirtiendo en lograr tu objetivo.
Van cuatro meses exactos de e-mails diarios, sin faltar uno y estoy empezando a considerar misión cumplida, de liberándome, relativamente, del compromiso del correo electrónico cotidiano por la simple razón de que ya no me necesitas, suponiendo que alguna vez me hayas necesitado. Seguiré escribiendo, naturalmente, aunque quizá no tan asiduamente, ni tan en exclusiva, lo haré para todos los hijos en general.
Decir mucho es decir poco lo satisfecha que te has de sentir encontrándote tan liberada, de ver brotar de tu cuerpo otro nuevo, de mirar hacia atrás y hacia delante y reír feliz sintiéndote como las muñecas rusas, una Pili dentro de otra, y otra, y otra más esbelta y jovial, y otra más vaporosa y reidora, y otra más sutil y optimista...
Hija, ahora que comer tan sobriamente, como un pajarito, harás bien desayunar faisán trufado con champán, dormir a pierna suelta y reír mucho, muchísimo.

Besos y abrazos

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se tan educado en tus comentarios como quieres que lo sean contigo