Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

miércoles, 8 de octubre de 2014

EL HOMBRE, ¿ES BUENO O ES MALO?



EL HOMBRE, ¿ES BUENO O ES MALO?
Valladolid Octubre de 2003
Queridos hijos: Dice, no sé si el refrán o uno de aquellos grandes filósofos griegos,  que “hay muchas maravillas, pero nada es más maravilloso que el hombre".
Bien, de acuerdo,  pero visto lo visto, es decir, viendo lo que vemos, tanto crimen, tanta guerra, tanto odio suelto, cabe preguntarse,  el hombre ¿es bueno o es malo?
Hay pensadores que opinan que la naturaleza del hombre está inclinada a guardar hostilidad hacia sus semejantes, a ser envidioso, celoso y perezosos a menos que sea frenado por el temor. Otro grupo no menos numeroso ni menos sabio no están en absoluto de acuerdo con esta opinión y consideran que el hombre es un buen bicho genéricamente y que el impulso destructor no es parte integral de su naturaleza. Sin embargo, La Historia Sagrada enseña que el hombre se inicia con un acto pecaminoso, la desobediencia de Adán, y todo nacemos con el pecado original, nos salva la inquebrantable bondad de Dios.
La opinión del otro grupo es que no es así, que el pecado de Adán es netamente personal y no afecta a los demás. ¿En qué quedamos? Vamos a decir que el hombre no es ni esencialmente bueno ni esencialmente malo, pero de lo que no queda un resquicio de duda es que en su corazón anida el odio. Por supuesto, existen dos clases de odio, el racional y el odio irracional.
El odio racional es la reacción de una persona ante una amenaza en defensa propia, y cesa de existir cuando la amenaza desaparece.
El odio irracional, es harina de otro costal, es decir, es un rasgo de carácter, una predisposición constante para odiar, está siempre en estado latente, en la persona hostil. Es un odio gratuito que ponerse en marcha. La persona que odia disfruta odiando, es feliz con la oportunidad de odiar, así está de arraigado el odio en el corazón de tales personas. NO es necesario ser un gran razonador para caer en la cuenta de que el que odia a los demás también se odia a sí mismo, y se suele decir  que ello es resultado de la vida no vivida, de lo que culpa al prójimo.
En fin hijos, vamos a dejar así las cosas, pero vosotros, por favor, llenad vuestras vidas de paz y de amor a todo y a todos.
Besos y abrazos

martes, 7 de octubre de 2014

AL MAL TIEMPO BUENA CARA



AL MAL TIEMPO BUENA CARA
Valladolid 7 de Octubre de 2001

Queridos hijos: Cada uno cuenta la feria según le va en ella, y para mí  el otoño es una estación que me gusta mucho, tanto como la que más. No me afecta en absoluto, contrariamente, las sensaciones que me transmite son de bienestar. Me gusta el paisaje con sus tonos agrisados, me gusta la temperatura, me gusta ver caer las hojas de los árboles y que empiecen las lluvias. Me gusta la lluvia, me fascina ver caer la nieve mansamente. Es decir, del otoño me gusta todo.
Pero bien entiendo que no todo el mundo reacciona igual ante los cambios climáticos. Dice un viejo refrán que "al mal tiempo buena cara", pero para muchos resulta misión imposible, el cambio de estación les afecta muchísimo, y el otoño más. La llegada del otoño les baja la moral, se la deja bajo mínimos, los deprime, los irrita, no se concentran. No les va el cambio de temperatura, añoran el calorazo del verano.
Son muchas las personas sensibles que reaccionan negativamente ente cualquier fenómeno atmosférico, y conocen con antelación el parte meteorológico, se lo anuncian dolores de cabeza, alguna cicatriz,  el rechinar de articulaciones... Para ellos la peor noticia es saber que  mañana será un día lluvioso o ventoso. Con las lluvias otoñales  y la menor luminosidad por la reducción de las horas de luz solar, experimentan cambios fisiológicos, y de carácter, con alteraciones  del sistema nervioso, es decir, que viven en condiciones hostiles que les produce lo que bien se podía calificar de estrés climático.
Besos y abrazos

lunes, 6 de octubre de 2014

MELILLA VIVA Y ALEGRE



MELILLA VIVA Y ALEGRE
Valladolid 27 Octubre de 2001
Queridos hijos: Entorno los ojos y ensimismado doy un imaginario y nostálgico paseo por tierras africanas, pues no en vano se me ha quedado un hondo  y claro recuerdo de Melilla, la pequeña gran ciudad llena de encanto y misterio, viva y alegre. Pasear por sus calles es sentirse gratamente sorprendido por diversas razones. La primera, verte rodeado de muy diversos tipos de gente, musulmanes, hebreos, indios y cristianos; lógicamente, de cuando en cuando  encuentras  iglesias, mezquitas, sinagogas y oratorios hindúes. Es por ello que se dicen que son cuatro tipos diferentes de personas, cuatro las culturas diferentes; cuatro las comunidades, o sea, cuatro Melillas diferentes, pero en realidad es una única Melilla con gran diversidad de matices y la gran importancia de la convivencia pacífica.
En el centro urbano, por supuesto, se encuentran los mejores edificios de elegante estilo modernista muy melillense,  donde se hallan instalados los principales locales comerciales, joyerías, relojerías, boutiques de moda, y los renombrados  bazares  que ofrecen tentaciones tales como elegantes prendas de cuero, teteras de plata, ceniceros de ónix, rosas del desierto, etc. que hace difícil pasar de largo y aún más salir con las manos vacías, aunque eso sí, a un precio satisfactorio logrado tras el tira y afloja del regateo típico de Melilla.
Por ser Melilla "territorio franco" exenta de aplicación de IVA y otros aranceles tiene fama de gozar de precios bajos. , pero como yo no compro elegancias el tema me pasa desapercibido. Donde sí me entero y disfruto es en mercados y mercadillos callejeros donde se mezclan todos los colores y olores con imágenes de exotismo y novedad para los fuereños, donde se practica a lo grande el para mi difícil ya mencionado arte del regateo.
Ahora me dirijo al puerto y después de curiosear por lo mucho que allí hay que ver, subo a Melilla la Vieja con vistas al mar por todas partes menos por una, la que ofrece la panorámica de la ciudad. A renglón seguido, cambio de itinerario  y echo una  mirada al restaurado fuerte de Rostrogordo y tras admirarme de lo sucio que tienen el espléndido pinar, un tanto desencantado escapo de vuelta a la urbe. Como en Melilla existe la españolísima costumbre de las tapas y los pinchos se impone picotear de aquí para allá, aunque yo por lo tacañón que me  he vuelto evito en lo posible el rito del tapeo, mi cicatería me lleva preferir  sentarme en la terraza de casa frente al mar y dar buena cuenta de unos pescaitos fritos y unos vasitos de buen vino.
Y hablando del mar en Melilla siempre presente, siempre protagonista, así como su caprichoso clima, que según sople el viento del mar o del Gourougou (Gurugú), así se comporta, pero siempre suave y benigno.
En mis tres meses de estancia en Melilla, cada mañana me tiré de la cama al primer albor del día con la ilusión de ver brotar al sol, pero las más de las veces en el último momento llegaba un sentimiento de decepción, porque cuando todo estaba listo, como cosa de magia aparecía en el horizonte una niebla pesada como el bronce que eclipsaba al Astro Rey impidiendo gozar del espectáculo dado  que no asomaba su carota pálida y fantasmal hasta no alcanzar los dos palmos del suelo, para entonces sí, ascender majestuosamente por el cielo azul.
Hijos, por hoy basta, mañana más.
Besos y abrazos

domingo, 5 de octubre de 2014

TRASPLANTE DE CARA



TRASPLANTE DE CARA

Valladolid 5 de Octubre  2001
Queridos hijos: Según acabo de oír en la tele ya es posible el mayor imposible de los imposibles: trasplantar la cara de un muerto a  un vivo. Sí, sí, como lo oís, un grupo de cirujanos de no recuerdo que país, están listos para cambiar el rostro de un muerto a una persona viva con el suyo gravemente desfigurado por no sé que razón. No se trata, claro está,  de arrancar la cabeza a un difunto y cosérsela a un vivo. No, por supuesto se trata únicamente de la piel, tal como si fuese una máscara, y además hay un detalle, que el vivo con la nueva faz no tiene por qué parecerse al donante fallecido porque según se explicotean, las facciones vendrán determinadas por la estructura de huesos y músculos del vivo.
Es de desear que al injertado del rostro no le ocurra lo que al francés que le trasplantaron la mano de un muerto, y todo iba muy bien, pero al cabo de un tiempo empezó a pedir a gritos, y finalmente así se hizo, que se la extirparan de nuevo porque le resultaba imposible vivir con la extremidad prestada.
Bien se entiende que personas con las facciones monstruosamente desfiguradas por graves quemaduras, como es el caso del muchacho con quien muchas veces me he cruzado en la calle cuando iba a las Delicias a visitar a Pili, le resulte de tal importancia tal milagro, que no dudaría dar varios años de vida por volver a tener una fisonomía normal.
Hijos, yo que no es que sea, muy, muy guapo, sólo regular, no sé si sería capaz de llegar a algo así, pues resultaría tremendo asomarte al espejo y ver reflejada en él la cara de un fiambre.
Besos y abrazos

sábado, 4 de octubre de 2014

MI VIDA SATURADA DE AÑOS



MI VIDA SATURADA DE AÑOS
Valladolid 4 de Octubre 2001

Queridos hijos: En la Naturaleza desde que empieza  a germinar la semilla de una planta hasta que la flor se abre sobre su tallo no existe la prisa, para su lento crecimiento se toma su tiempo, por lo que resultan emocionantes esas películas que condensan en breves momentos todo el proceso de  germinación de la planta, y desde que brota la semilla hasta que, como tocada por una varita mágica, hace eclosión la flor transcurren apenas unos minutos.
Pues bien, echo a volar mi imaginación y hago algo semejante con las etapas de mi vida: nacimiento, la niñez y la adolescencia que fui libre como los pájaros, disfrutando a lo grande esa libertad. La juventud, cuando veía el mundo como una cosa graciosa y divertida. En la edad adulta también gocé de la vida con los cinco sentidos con la llegada y crianza de los hijos y posteriormente con los hijos de los hijos, que han sido para mí luz y alegría.
Después, hasta hoy a punto de convertirme en octogenario, no ha faltado alguna espina sembrada en el camino; pero todo ha pasado tan rápidamente ante mis ojos, que  bien patente queda lo que con profunda verdad se dice, que nuestro paso por la Tierra es sólo un soplo, un corto vuelo, una breve cosa, por larga que sea la que se nos concede.
Lo importante es el uso que hayamos hecho de ella. Me digo a mí mismo que no soy un ángel, ni cabe darme ínfulas de nada, pero en opinión personalísima, creo que en conjunto soy una persona bastante decente, un pobre buen hombre del montón que aunque no he ayudado mucho a Dios a que me ayude, me anima la esperanzadora posibilidad de contar con el beneplácito divino a la hora suprema de la verdad.
Hijos, así están las cosas en mi vida saturada de  años.
Besos y abrazos