RIO CARRIÓN
Melilla 25 de Junio de 2001
Querida hija:
María por la mañana nada en el mar y por la tarde en la piscina, o sea, mejor
imposible, pero siempre bajo la mirada atentísima de su madre que no la pierde
de vista ni un instante; yo fui un niño libre como el viento. Voy a que no me
lo crees, pero siendo apenas un crío de ocho o diez años salía de casa después
del desayuno y no regresaba hasta la hora de cenar, por supuesto, sin causar
alarma ni angustia familiar.
Pues eso, que
iba al río y allí pasaba horas sin fin, el día completo. Era un adicto al
líquido elemento, no era una simple afición, era autentica fascinación, pura
pasión. Reconozco culpable que me dejaba arrastrar por un exceso de
atracción, pero es que así eran entonces
las cosas.
- Paulino,
hijo, -preguntaba mi madre- ¿has visto a tu hermano?
- Sí, madre,
está en el río.
- Hay, este
hijo mío, que no sale del río, se va a convertir en trucha.
Y eso era todo,
pero no porque fuese la autora de mis días una mujer despreocupada que se desinteresaba
por la suerte de sus retoños, qué va, todo lo contrarío, era una madre
amantísima muy pendiente de su prole, pero es que entonces el mundo así
funcionaba.
En las muy
cristalinas aguas del Carrión, tanto que por grande que fuese la profundidad siempre
se alcanzaba a ver nítidamente el fondo, pasé muchas horas de mi vida lleno de entusiasmo, divertido y
feliz.
Yo era
incansable y el río segurísimo, que
recuerde nunca un niño se ahogó en sus aguas. Recuerdo vivamente aquellos años
de infancia y adolescencia, pobres, eso sí, que todo hay que decirlo, fueron
años de vacas flacas, hoy lo son de vacas supergordas, pero que los niños
disfrutamos con alegría y en plena libertad.
Viene esto a
cuento porque yo también tengo ahí en frente a mi entera disposición el ancho
mar, y dentro de la casa una hermosa piscina, que uso y disfruto, pero si
seré cornitoide, teniendo el mar tan a
mano aún no he metido un dedo.
Cierto que el
mar para mí es tabú, veneno puro, pero ¿porque no después de que el Astro Rey
se retira no chapuceo en él a placer? El
contacto con el agua, y más aún la salada que por salada es más fuerte y
beneficiosa, me resulta agradable, y disfruto de lo lindo practicando natación
con la única contradicción que sólo me es posible al estilo “ranita” el menos
agresivo, relajante, suavemente, aún así
resulta un deporte completo.
Tú este año con
la nueva figura y nadando como un delfín, lo disfrutarás a placer.
Abrazos de tu papi
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