Historias de toda una vida

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domingo, 1 de junio de 2014

LAMENTABLES CAPRICHOS




LAMENTABLES CAPRICHOS 
Melilla 3 de Junio de 2001

Querida Pilonchi, te cuento: Parece que no está de moda lucir cartón y el otro día me topé con un viejo conocido que tiene la tolondra sembrada de agujeritos -tal como si le hubiera picoteado un grajo- y la coronilla recosida, se ha hecho un transplante  capilar.
Si tuviera que manifestar mi opinión diría que son detalles cutres de nuevos riquillos que persiguen bienes tan espirituales como acumular duros con los que satisfacer tan lamentables caprichos que provocan risa y lástima, y que si se atreven a manifestarlo es porque llevan  dentro una cara dura impresionante que dejan suelta sin rubor, sin duda porque  creerán con sus cuatro pelos nuevos hechos creer artificialmente quienes no les conocen los tomarán por el lobo que se comió a Caperucita, pero para quienes les conocemos de lejos no será  más que una presumida  perdiz con ligas.

Todos conocemos algunos de la caterva de personajes petardos que necesitan recurrir al quirófano para corregir  las arrugas y esculpir la figura esquiva para  sentirse a gusto consigo mismos. Da grima el espectáculo zascandil de ver gente que huyendo de la decrepitud que la naturaleza les va dejando  se suplantan a sí mismos disimulando la edad, quedando como cascarón abrochado con tantas cicatrices lamentables, liposucciones y arrugas mal disimuladas.
Son mogollón las momias o marionetas que producen estremecimientos de repulsa verlos pavonearse como almas en pena que con sus barridos de las  muecas del tiempo recosiendo las caras logran apenas que vistos de lejos, de muy lejos, presenten un aspecto casi adolescentes, pero vistos con mayor proximidad claramente se ve son viejos artificiales mal disfrazados de  jóvenes.

Los hombres nos distinguimos de los animales en la percepción del tiempo. Los animales nacen y perecen desconocedores  de su destino mortal; el hombre conoce la inexorable certeza del tiempo y lucha contra la decrepitud con la satisfacción de saber que con el tiempo maduramos y somos, o debemos ser, más sabios, más virtuosos, más humildes, más  hombres. Pero, ¿cuánta  hombría y humildad puede esperarse de quienes pretenden esquivar en acoso del tiempo, pretendiendo no ser viejos nunca?

Tú vete preparando desde ahorita mismo para que cuando llegue el  momento sepas ser una viejita digna, y hagas la vida respirable a los demás. Te lo dice tu padre para justificarse ante su propia conciencia.

Abrazos

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