EL SILLÓN DE FREÍR PERSONAS
Melilla 6 de Junio de 2001
Querida hija: El chaval Joaquín
José dichosa y milagrosamente se ha salvado de morir hecho chicharrón sentado
en el sillón de freír personas, pero después de vivir con la muerte en los
talones durante cinco años, que se dice
bien, pues eso es lo que llevan los gringos matándolo. O sea que a vivido todo un largo lustro
muriendo a cámara lenta.
La bruja de su mujer, vaya cuajo
de individua, reconoce ahora que mintió salvajemente, y lo hizo, dice, porque
ya no la quería, y ese fue el medio de que se quiso valer para deshacerse de él
legalmente.
Le acusaron ella y otros
indeseables y perjuros de un delito que no se ha probado ni su inocencia ni su
culpabilidad, y se pensó que tal vez nunca se probara ni una ni otra cosa, pero
finalmente, para alegría de todos, ha quedado claro que era plenamente
inocente, pero hasta que se han aclarados las trapisondas judiciales han pasado
casi dos mil días que ha tenido que sufrir
recostado en un camastro a la puerta del patíbulo en espera de que lo
levantaran para sentarlo en el aterrador butacón de achicharrar individuos.
La terrorífica pena capital
reprobable en todas las circunstancias, aumenta lo terrible hasta el grado sumo
si no es ejecutada de inmediato. Y eso es el pan de cada día en el país de las
libertades, sagrario de la democracia, ejecutar a reos condenados hace años a
tente bonete, y en ocasiones- no pocas- a inocentes del delito que se les
imputa, ¿Cabe mayor horribilidad? ¿Cómo y con qué se pagan y compensan los
cientos de crueles insomnios vividos medio muerto?
Nadie puede imaginar lo que ha de ser
despertar sobresaltado paralizado de espanto esperando el fatídico momento en
que el mensajero, supliendo el poder divino, le comunique que al Juez Supremo
le urge verlo de inmediato ante su presencia, cuando tú lo que menos deseos
tienes es de verlo a Él.
Estos terribles sustos de continuo
y durante tanto tiempo ¿cómo pensaran pagarlos? ¿No matándolo o con dinero?
Quizá quieran saldar con dólares las horas pasadas en la celda, pero ¿tiene
esto algún precio?
Más lo que cuenta es que Joaquín
José se ha salvado y está libre, ¡qué emoción escalofriante verse libre¡ Los
salvadores, los padres, unos padres para quitarse el sombrero, que gastando
cuanto tenían y recaudando entre los españoles, toda una riada de dinero, han
luchado con doblado y redoblado entusiasmo hasta lograr una excepción
increíble: arrancar a su hijo de la misma silla eléctrica, y de las garras de
la justicia, que menuda bicha rara y cara es para los pobres, digamos que
peligrosamente mortal.
Voy a decir me alegro
infinitamente de no ser juez, ni jurado, ni norteamericano siquiera cuando se
dan estas malévolas circunstancias.
Abrazos de tu padre, que no es ni
será nunca partidario de la pena de muerte.
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