QUE DUERMAS
BIEN Y SEAS FELIZ
Melilla 7- 05- 2001
Querida mi hija: Soy un buen
dormidor y no mal soñador, y a los hachos me remito con el gran sueño de ayer,
o sea que a pesar de que se dice que conforme la edad avanza, la cantidad total
de sueño tiende a reducirse, sin embargo, digo,
aunque yo tengo la edad casi avanzada del todo, disfruto de un grado profundo y reparador reposo
nocturno. Siete horas justas y cabales son las que permanezco en la poltrona,
en ella dormido o fuera, no sé quedarme acurrucadito entre las mantas horas,
algo que tantas satisfacciones proporciona a otros.
El hecho de dormir
habitualmente como un lirón no significa que no tenga de vez en cuando mis
insomnios, motivados, por ejemplo, por proyectos de un viaje, acontecimiento
relevante, o bien algo de tipo físico, como una enfermedad, aunque esto más
bien poco, no soy de tipo enfermizo, problemillas sin mayor importancia,
afortunadamente, pero que tienen repercusión sobre la salud del día siguiente
que se manifiestan en forma de cabreos, somnolencia, nervios, ansiedad, estrés,
estímulos retardados...O sea, que estos trastornos del sueño deterioran la
sensación de bienestar de que uno goza.
Pero como me ocurre como al
diablo, que sabe más por viejo que por diablo, algo tengo aprendido de
relajación, y alivio las preocupaciones
autoaconsejándome tranquilidad: “Tranqui, Tronco, que amanecerá y mañana será
otro día, así que , ala, a dormir placidamente que esa es la terapia para
mantenerse joven.
Que seas feliz y duermas a
pierna suelta son los deseos paternos,
Tu apá
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