Valladolid
Queridos
hijos: Quienes dicen que hemos nacido para sufrir, sean quienes sean, mienten
con todos los dientes. Hemos venido a este valle de lágrimas a llorar lo menos
posible. Hay que gozar, disfrutar, aprovechar todo lo que ofrece a uno este
mundo hasta donde se puede y durante el tiempo que se pueda, porque es
maravilloso vivir y sentirse feliz. O sea que la vida debe ser, por encima y
por debajo de todo, alegría. Es infinito el número de cosas estupendas de las
que podemos gozar y que son gratis: la belleza de las flores y su exquisita
fragancia, la gracia y elegancia de los animales, el canto de las aves, el mar,
el cielo, las estrellas… todo un paraíso para disfrutar. Porque, vamos a ver, cierto que penas no faltan, pero una cosa son las penas y otra las alegrías, y, sabiéndolo llevar, la alegría alivia la pena. Puesto a filosofar la alegría y la pena, son, por decirlo de algún modo, opuestas y compatibles. Lo que pretendo decir es que sufrir con alegría es el mejor bálsamo.
Asegurar que hemos nacido para penar resulta una auténtica aberración. Hemos nacido para reír, por eso se dice, los que ríen felices y hacen reír alegremente a los demás tienen abiertas de par en par las puertas de los siete cielos.
Hijos, de
quien ríe feliz y abiertamente, fiaros, nunca será demasiado peligroso. Mi
consejo, pues, es que riáis gozosamente a más no poder, como los niños que ríen
por todo y no menos de trescientas veces al día.
Besos y abrazos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se tan educado en tus comentarios como quieres que lo sean contigo