ESTIMADO TOCAYO
Valladolid 5 de Agosto de 2003
Estimado tocayo: Si de pronto me transmutase en bípedo alado, quiero
decir que si tuviera alas como los pájaros emprendería vuelo hacia Fuente de
Santa Cruz para echar un traguito de agua fresca a la par que te visitaba para
que me mostrases las peculiaridades de tu terruño natal; pero como parece ser
que de momento no alcanzo la categoría de ángel, y como el “desguace” tiene
echado el cerrojo y el calorón de estos días resulta de asfixia, recurro a
visitar el Campo Grande, sonrisa de Valladolid, trocito de naturaleza risueño y
amable, paseando indolente, sosegado, calmosamente, con el placer que produce
la ausencia de prisa, menguado el andar para aminorar el pulso, evitando que el
corazón pierda el ritmo, así voy haciendo una visita de cortesía a mis amigos
los árboles: abedules, alidiernos, secuoyas, tilos, fotinias, aligustres,
kinkgos, catapas, aliantus...
Por cierto, por las ramas de un
cedro se descuelga ágil, nerviosa y confiada una ardilla. Desciende con cierta
cautela, pero audaz se aproxima hasta la mano que le ofrece comida y ¡zas! la
agarra, se la lleva a la boca y asciende
veloz para dar buena cuenta de la golosina. La escena se repite varias veces y la
gracia y la simpatía del animal hace reír a la concurrencia.
Total que después de pasar un rato viendo a los críos alimentar a
patos, me siento y preparo esta carta para decirte lo que sé por boca de
nuestro común amigo: que la cosecha ha sido espléndida y tienes almacenado un
número enorme de vagones de cereal. Me
lo ha dicho con la rotundidad que le caracteriza y terquedad fuera de lo común.
Que perdone el amigo que me ría, pero es que por más que intento no
consigo tomarle en serio cuando finge saberlo todo y echando miradas de menosprecio se pone en
plan opuesto a Sócrates que pese a ser uno de los sabios de mayor calada que ha
pasado por el mundo, sólo sabía que no sabía nada.
Los saberes de éste, sin embargo, significan algo comparados con la
ignorancia supina de quien tú y yo sabemos que lo ignora todo, no por otra
razón sino porque piensa que no hay más
que saber que lo poco que él sabe, así que, en fin, ¿qué quieres que te
diga? A mí no me gusta aburrirme y, francamente,
salir solo con él que cada día impepinablemente te cuenta las mismas batallitas
con idéntica palabrería es como estar
comiendo sin sal, sano, pero "ensépido" como se suele decir. Pero,
resumiendo, por aquello de que todos tenemos callos que pisar, los hombres
fuimos elaborados con el mismo barro que los botijos, así que ¿qué se puede
esperar de nosotros?
Querido Félix, "el malo", no porque no seas bueno, que lo
eres y mucho, sino por la cicatriz que te adorna recorriéndote el cuerpo de
arriba abajo, y bien sabes que hay que cuidarse porque el hombre es un animal
de corta vida por larga que sea la que se nos concede y consecuentemente resulta vital alargar cuanto más mejor la
fecha de caducidad, porque nosotros tenemos ya muchos años metidos en el
cuerpo, por lo que mi consejo es que no trabajes en exceso y te procures una
vida apacible y que tomes muy en consideración que el único éxito que hay en esta vida es ser feliz.
Abrazos, incluyo un respetuoso beso para tu santa esposa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se tan educado en tus comentarios como quieres que lo sean contigo