Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

sábado, 28 de abril de 2012

A VECES NO VAS A LA GUERRA


Pues nada, ayer tras publicar mi última crónica recordé esta y aquí está 11 años más tarde de haber sido escrita por este yayo gruñón, pero certero en sus dardazos a un especímen absurdo y terco como mula.
Buen finde lectores.

Marisa Pérez Muñoz

A VECES NO VAS A LA GUERRA

 Valladolid, 11 de Agosto de 2001

     Queridos hijos: A veces no vas a la guerra, viene ella a ti, sin saber a punto fijo donde va a estallar. Lo digo porque estaba sentado anoche en el Paseo de Zorrilla muy pacifica y relajadamente, cuando llegó un señor, ya antañón, de mi quinta al menos, y pese a estar todos los bancos desocupados, acomodó sus buenos cien kilos y pico a mi lado, comentando de entrada:
-  Buen tiempo tenemos.
-  Efectivamente, estupendo -corroboré.
- Demasiado para la época en que estamos
Con tono de autoridad y superioridad afirmó que el clima había cambiado radicalmente y ya ni llovía, helaba, ni nevaba como antes.
- Eso se dice -asentí - y eso parece, pero en mi pueblo sigue lloviendo, helando y nevando como toda la vida.

Quiso saber cuál era mi tierra, y cuando se enteró que del norte de Palencia, preguntó que si visitaba con frecuencia el pueblo.
-  Antes más - le informé - ahora, como he regalado el coche a una nieta, menos.
-  O sea, ¿qué es de los de coche?
Me escupió a la cara con el mayor descaro -Usted es un mentiroso, que presume de rico siendo pobre.

Me dejó de piedra. Pasaron unos momentos de tensión que debí haber aprovechado para mandar a hacer buches a semejante incordio, bobo desde que era huevo y largarme; pero traté de tranquilizarme picado por la curiosidad de saber hasta donde llegaba la pésima educación del bufón ofensivo.
-  ¿A qué viene esto? -pregunté ya sereno- ¿ y cómo sabe si soy pobre o rico?
-  Si, porque es usted como mi hermano, que regaló dos pisos que tenia a sus hijos.
-  Bueno, vamos a ver, hoy por hoy, tener coche es cosa de todos.
-  No de todos -dijo- porque yo he trabajado como un burro toda mi vida y no tengo coche.
-  ¿No me echará a mí la culpa?
-  Lo que no entiendo -continuo ofensivamente- es cómo los palentinos pueden ser ricos si Palencia es la provincia más pobre de España.
-  No tanto -me defendí.
-  En una ocasión -contó- que tuve que viajar a León, y pasé necesariamente por la ciudad palentina comprobé su pobretería, allí todo son páramos. ¿Sabe usted lo que es un páramo?
-  Nací en un páramo, así que algo sabré del tema.
-  A ver -me examinó- ¿qué es un páramo?
-  Por ejemplo -conteste pacientemente- el lugar donde se ubica mi  pueblo.
-  No señor -replicó enérgico- usted no sabe nada, para que haya un páramo tiene que haber un valle y una ladera. Para que se entere, ¿Sabe lo que es una ladera?
-  Mi región es montañosa y cada montaña tiene al menos dos laderas.
-  Usted cada vez me demuestra más que no sabe nada y que es un mentiroso.
-  Dejemos lo de mentiroso -dije- y explíqueme porqué, para ir a León tuvo necesariamente que pasar por la capital palentina.
-  Señor mío, porque no existe otro camino.
-  Es decir ¿qué desconoce usted que existe una carretera directa Valladolid-León?
-  Yo fui en tren -aclaró- pero llevo muchos años viviendo aquí y no sabía que existiese esa carretera.
-  Pues, con perdón, con razón no ha tenido usted coche.
Siguió la parla, y entre otras cosas aseguró que León es el mayor productor de maíz de España.

Agradecí el dato que desconocía y comenté el gran beneficio que presta a los leoneses el Pantano de Riaño. Entonces me espetó otra pregunta:
-  ¿Sabe usted donde esta Riaño?
-  Por supuesto -aclaré- He estado en el lugar en diversas ocasiones. Riaño y Guardo son dos poblaciones muy próximas, como 30 km.
-  Mentira -volvió a su pésima educación- Riaño pertenece a León, y León linda con Asturias y Santander.
-  Y si usted me hace el favor, también con Palencia.
-  ¿Con Palencia? Se levantó bruscamente, me miró de arriba abajo con desprecio y dijo: No lo aguanto más, me voy porque usted cada vez me demuestra que no sabe nada y que es un mentiroso.
Ahí estuvo mi error, en vez de dar gracias al cielo por dashacerme de tal ladrillo de hombre, me fui tras él acusándole de camorrista y buscabullas. Y en esto estaba cuando pasò un amigo con quien comenté la extraña circunstancia que mantenia con el inverosímil individuo. Me oyó, y se acercó de nuevo a mí:
-  ¿Por qué habla a este hombre de mí?
-  Porque es mi amigo y quiero...
-  ¡Mentira, qué va a ser su amigo!
- Oiga, usted -dije ya alterado- se ha pasado usted diez pueblos, sin motivo ni razón me está usted ofendiendo, y ahora le voy a decir dos cosas: Tiene usted razón, tío mentiroso, y  como ha demostrado usted estar mal del coco, le digo la otra -que fue la frase hecha engolada y grandilocuente-
- "Para qué tomar en cuenta las emanaciones que brotan de cerebros cretinos".
Quedó sorprendido, sin saber qué hacer, sólo se le ocurrió hacer como que me agujereaba la tripa con el bastón, y se fue voceando.
-  ¡Usted es un cabrón y un mentiroso!
Yo para no ser menos español y alegrar las orejas de los mirones, me fui por mi lado, gritando también:
-  ¡Imbécil   irrecuperable, cretino!

 Este es vuestro padre que os abraza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se tan educado en tus comentarios como quieres que lo sean contigo