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Cartas que agrada recibir

viernes, 1 de abril de 2011

LA MIEL DE MI TERRUÑO NATAL


OS deseo un día dulce como la miel… aunque infinitamente menos pringoso. Lejos de  aguijones y zumbidos, cuajado de trabajo grato y merecido descanso.
Abrazos.

Marisa Pérez

La Miel de mi Terruño Natal                                                  
Valladolid 12 de Agosto de 2001


         Queridos retoños: Un anuncio de miel de la Alcarria  me trae a la memoria que Cornón siempre ha sido lugar de colmenas y de abundante consumo de esa sustancia dulce, espesa y viscosa que con productos sacados de las flores preparan los simpáticos animalitos que despiertan sentimientos de admiración muy justificados por su portentosa e infatigable laboriosidad.

         Delicioso es comer miel, pero yo he hecho una cosa aún más deliciosa, exprimir en la boca un trozo de panal en el que la miel virgen, sin manipuleo alguno, diáfana, dorada parece que llega directamente de la flor al paladar. Los entendidos en la materia aseguran que la miel de mi terruño natal es tan fina y gustosa como la que más. Miel elaborada con la esencia de las flores de las hierbas aromáticas que crecen en el paisaje desnudo, claro, luminoso, del amplio páramo de Cornón, bajo un cielo azul, azuul, azulisííísimo.

         La abeja es más sociable que el hombre, que a veces es insociable. La abeja va de flor en flor en viajes que pueden ser larguísimos. Parece imposible que un ser tan diminuto pueda tantísimo. De la abeja se sabe todo: reina, zángano, obreras, y su desarrollo, huevo, larvas, ninfa e insecto con el cuerpo de un pardo negruzco, cubierto de vello rojizo, seis patas, cuatro alas y en el extremo del abdomen un muy fuerte y muy endiablado aguijón que usan en defensa propia. Lo que no se sabe bien a bien es cuanto vive una abeja, pues al ser todas iguales, ¿Cómo saberlo? Ignoramos cuál es su vivir normal en razón de tenerlas de algún modo un tanto esclavizadas trabajando a destajo en  nuestro provecho.

         Bueno, dejo este tema para ponerme a imaginar que disfruto de unos momentos de silencio y quietud sentado al pie de la fuente a la que Cornón debe su existir, con agua tibia en invierno, fresquita en verano y siempre con un exquisito sabor a hidromiel. Y de pronto una abejita revolotea en torno a las flores azules del romero bañadas por los alegres rayos del sol, se posa blandamente sobre el cáliz de una de ella, se cuela dentro para golosa y laboriosa chupar su jugo, el néctar con que preparan un manjar tan sano e inalterable que he leído haberse hallado vasijas con miel que tras más de tres milenios de existencia todavía se encuentran en perfecto estado.
         ¿En Cornón desmoronándose habrá todavía miel?

         Hijos, que vuestras vidas se deslicen con la suave dulzura de la miel.

                                                        Paternos besos y abrazos
Félix

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