Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

domingo, 12 de octubre de 2014

CHISPA DE BUEN SENTIDO



CHISPA DE BUEN SENTIDO

Valladolid Octubre de 2001
Queridos hijos: No recuerdo si lo he leído o visto en una película, pero de lo que sí conservo memoria  es que me interesó e impresionó. Permitirme que os lo cuente, termino enseguida:

El personaje central es una fémina que sufrió una amarga metamorfosis. En sus buenos tiempos fue un primor de mujer, fina, lista, salerosa y dulce, pero algo en algún momento se  paralizó en ella. Algo en algún momento dejó de funcionar en ella y unos sentimientos negativos se apoderaron de su inteligencia dejándola vacía como si se la hubieran  cortado de cuajo, mudándola en otra mujer radicalmente diferente: narcisista hasta el ridículo, esencia de egoísmo, obstinada en vivir en plan alacrán cabreado, parece rodeada de espinas de manera que nadie se puede aproximar a ella  porque pincha. Se muestra como persiguiendo la felicidad para destruirla, pues masoquista sólo es feliz haciendo desdichados a los demás.
Clavada como se ha quedado, crea en su entorno el más elevado y dramático grado de incomunicación. El motivo  central de su vida es la animadversión y el desamor, dando en la más triste cosa, experimentar aversión, odiar con los cinco sentidos, no sólo a todo lo que más había querido, sino a sí misma, porque quien odia, se odia.
En fin, pues eso, hijos, que como parece ser que tal transmutación negativa no resulta infrecuente, pido a Dios que os dé una chispa de buen sentido, es decir, que nunca os deje de su mano.
Besos y abrazos

sábado, 11 de octubre de 2014

PERPETUAR LA RAZA



PERPETUAR LA RAZA
Valladolid  Octubre de 2001
Queridos hijos: Leo una estadística que sitúa a España a la cabeza de los países del mundo de más bajo índice de natalidad. ¡Vaya lamentable privilegio! O sea, que españoles y españolas han caído en picado en su voluntad procreadora, han perdido la ilusión que gozaban sus padres de ver la casa llena de vidas juveniles.
En opinión de los que conocen el tema, el descenso de la natalidad se debe a dos razones fundamentales; primera, las dificultades económicas, "no tenemos hijos por no poder alimentarlos". No es cierto, no los tienen porque no quieren tenerlos; segunda, un conjunto de motivos que debilitan en hombres, y sobre todo en mujeres, el instinto de maternidad: precariedad en el trabajo con contratos basura, etc. etc. pero no es del todo cierto, porque los que viven nadando en la abundancia  siguen la misma senda, más real que la mujer trabaja y se aleja de casa; la pérdida del freno de orden religioso, puesto que hoy ya nada es pecado, y, por supuesto, la famosa píldora anticonceptiva con la que los cónyuges pueden limitar la descendencia al mínimo: uno, hijo único y mimado.
Ciertamente, adquirir casa, que están por las nubes, coche y el sin fin de necesidades ficticias que la propaganda nos crea se llevan un buen pellizco de los ingresos, pero nosotros, los padres, que en el momento de contraer matrimonio  éramos pobres como ratas, carecíamos de todo, no teníamos nada, sin embargo, en modo alguno limitamos  la descendencia, el número de retoños a la vista está nuestro ejemplo, suman casi igual que todos los vuestros juntos. Pili con su copiosa prole nos libera de esa especie de instinto suicida que supone la falta de descendencia familiar.

Total, y resumiendo, por desgracia no es cierto que cada hijo trae un pan bajo el brazo, pero sí lo es que aunque dan trabajo y preocupaciones, que  el esfuerzo es algo mayor, pero queda compensado con creces con las infinitas alegrías que los hijos proporcionan.
Besos y abrazos

viernes, 10 de octubre de 2014

COLOSAL PROGRESO



COLOSAL PROGRESO
Valladolid Octubre de 2001
Queridos hijos: No faltan nostálgicos que piensan que nos ha tocado vivir tiempos extraños, que antes se vivía mejor cuando resulta del todo evidente que la diferencia es fantástica, las novedades, los inventos y progreso de toda índole han transformado rápido y profundamente las condiciones materiales de la vida, se han dado pasos gigantes en el nivel económico y social. Quiero decir que hoy se vive considerablemente más cómoda y regaladamente que ayer. ¿Quién hoy por hoy no tiene coche, tele, teléfono móvil, y mil lujos más?
Incuestionablemente esto es así, el progreso es colosal y gozamos de todos los caprichos deseables, sin embargo el personal no es todo lo feliz  que debiera ser porque le falta algo vital, transcendente, algo que bien a bien no sabemos que es, pero lo queremos. Digamos que  hemos transformado este valle de lágrimas en un nuevo paraíso verdaderamente terrenal en el que Adán y Eva vivirían cínicamente compinchados con la culebra tentadora, y esto porque la moral es a todas luces muy otra, y otras también las preocupaciones religiosas, faltan nuevos ideales, en realidad la fe se ha roto y marchitado, hechos que reflejan claramente libros y periódicos llenos de pesimismo, calificando de funestos estos tiempos en los que cuatro privilegiados hacemos dietas adelgazantes mientras  un número increíble de gente fenece de hambruna y de enfermedades fácilmente curables.
Hijos, no sé si os percatáis plenamente del tema, pero no hace tanto tiempo la vida se sentía de muy diferente manera que en la actualidad, este mundo era valle de lágrimas, pero un valle de lágrimas pasajero, un tránsito hacia un fin dichoso e inmortal. No importaba sufrir lo que fuese aquí abajo, lo esencial era alcanzar la meta Divina, lo que resultaba más fácil cuanto más hondo fuese el penar terrenal.

Besos y abrazos

jueves, 9 de octubre de 2014

ÁVILA, CIUDAD DE CANTOS Y SANTOS



ÁVILA, CIUDAD DE CANTOS Y SANTOS
VALLADOLID. OCTUBRE DE 2003
Queridos hijos: Por la tarde, si puedo evitarlo, no salgo de casa, pero no en plan sedentario, me muevo sin parar, lo que podía dar pie a que alguien que más aburrido que una mona camino de allá para acá como fiera enjaulada, pero en absoluto es eso. La razón es que quizá me he vuelto demasiado casero, me gusta la casa, me encuentro a gusto en ella.
Por supuesto, eso no significa  que si se presenta la oportunidad de darme un gusto y pirarme un día, la aprovecho, porque también pienso que  pocas verdades tan profundas hay que las que solemos soltar como cuando visitamos un tanatorio: "No somos nada". Así que para remediar en algo la certeza de que tenemos que palmarla, intento, cuando así se ofrece la ocasión, disfrutar de la vida en forma de comida, bebida, charloteo con los colegas y escapada hacia algún lugar interesante y lleno de sorpresas.
Hoy, la excursión ha sido a Ávila. Salimos temprano y a buena hora se nos apareció Ávila de los caballeros, Ávila de Santa Teresa, su muralla, una muralla de más de  dos kilómetros y medio, doce metros de alto, noventa torreones, miles de almenas y nueve puertas. Entramos por una con un dintel de piedra, como entrar en una casa.
Hace mil años Ávila ya era espejo de lo que es hoy, una pequeña ciudad apacible y sosegada, más bien fría, no en vano es la ciudad más elevada de todas las españolas.
Paseando por sus calles nos encontramos a cada paso con monumentos de gran interés, iglesias, conventos y palacios. La catedral, es única en su género, adosada a la muralla es a la vez catedral y castillo; la basílica de San Vicente, románica de transición ya casi gótica; San Martín, de estilo mudejar y Santa María de la Cabeza de estilo románico-morisco.
Ávila está unida a Santa Teresa de manera indiscutible, y toda la ciudad es testigo de ello. Sobre el solar paterno, en el lugar exacto  donde ella nació se levanta un convento, no muy distante, la iglesia donde fue bautizada; el convento donde residió durante treinta años, donde se educó, etc.
Antes de comer y hacerlo bien, callejeamos, chateando con el correspondiente picoteo. La tapa típica y muy gustadas del lugar son "las patatas meneadas" una especie de puré con pimentón y torreznos.
Finalmente, por la tarde, después de terminar de  recorrer la ruta de Santa Teresa, un paseo circundando la imponente muralla, maravillosamente conserva, no le falta ni una piedra, contentos y satisfechos con la interesante visita emprendemos el regreso sin que faltasen los alegres comentarios, chistes y cánticos, porque somos viejos, pero no nos dejamos invadir por la tristeza.
Besos y abrazos

miércoles, 8 de octubre de 2014

EL HOMBRE, ¿ES BUENO O ES MALO?



EL HOMBRE, ¿ES BUENO O ES MALO?
Valladolid Octubre de 2003
Queridos hijos: Dice, no sé si el refrán o uno de aquellos grandes filósofos griegos,  que “hay muchas maravillas, pero nada es más maravilloso que el hombre".
Bien, de acuerdo,  pero visto lo visto, es decir, viendo lo que vemos, tanto crimen, tanta guerra, tanto odio suelto, cabe preguntarse,  el hombre ¿es bueno o es malo?
Hay pensadores que opinan que la naturaleza del hombre está inclinada a guardar hostilidad hacia sus semejantes, a ser envidioso, celoso y perezosos a menos que sea frenado por el temor. Otro grupo no menos numeroso ni menos sabio no están en absoluto de acuerdo con esta opinión y consideran que el hombre es un buen bicho genéricamente y que el impulso destructor no es parte integral de su naturaleza. Sin embargo, La Historia Sagrada enseña que el hombre se inicia con un acto pecaminoso, la desobediencia de Adán, y todo nacemos con el pecado original, nos salva la inquebrantable bondad de Dios.
La opinión del otro grupo es que no es así, que el pecado de Adán es netamente personal y no afecta a los demás. ¿En qué quedamos? Vamos a decir que el hombre no es ni esencialmente bueno ni esencialmente malo, pero de lo que no queda un resquicio de duda es que en su corazón anida el odio. Por supuesto, existen dos clases de odio, el racional y el odio irracional.
El odio racional es la reacción de una persona ante una amenaza en defensa propia, y cesa de existir cuando la amenaza desaparece.
El odio irracional, es harina de otro costal, es decir, es un rasgo de carácter, una predisposición constante para odiar, está siempre en estado latente, en la persona hostil. Es un odio gratuito que ponerse en marcha. La persona que odia disfruta odiando, es feliz con la oportunidad de odiar, así está de arraigado el odio en el corazón de tales personas. NO es necesario ser un gran razonador para caer en la cuenta de que el que odia a los demás también se odia a sí mismo, y se suele decir  que ello es resultado de la vida no vivida, de lo que culpa al prójimo.
En fin hijos, vamos a dejar así las cosas, pero vosotros, por favor, llenad vuestras vidas de paz y de amor a todo y a todos.
Besos y abrazos