CAMPANAS DE BODA
23-10-2017
Las bodas
casi siempre emocionan -salvo a las que asistimos por compromiso- hasta que un
día te das cuenta que por compromiso no vas ni a sonreír. Entonces decides no
asistir aunque se enfade el compromisario. Otras bodas, cuando recibes la
invitación ya sabes que ir, te costará la vida tanto como a los invitantes les
costó ponerte en su lista.
Otras en
cambio, la invitación no sólo la recibes con ganas y con cariño; la recibes con
emoción y este fue el caso de la boda a la que asistí muy emocionada en todo
momento el pasado sábado.
El día
amaneció encapotado, ventoso y más bien frio, pero conforme se acercaba la hora
del enlace, las nubes y el fresco fueron disipándose, dando paso a un día
cálido y luminoso; sobre todo cuando hizo acto de presencia la novia, preciosa,
trayendo con ella realmente el sol que metafóricamente va a iluminar sus vidas
desde ese momento y para siempre.
Música de
cámara en el mirador y melodías de sonrisa y amor permanente en la mirada de
los novios. Emocionante y particular ceremonia, con ritos propios y palabras de
cariño leídas por sus amigos para ellos.
Cada
detalle pensado por los novios para hacer su día inolvidable envuelto en la
música adecuada para cada momento.
Muchos,
muchos fueron esos detalles para poder enumerarlos todos. Muchos que quedarán
en mi corazón porque ahí llegaron en forma de emoción y lágrimas contenidas.
Nadie
importante faltó este día ¡¡Nadie!! Porque ahí estaban ellos apartando las
nubes, soplando aire cálido, inspirando felicidad para que no faltara la
sonrisa que la ausencia de los dos pudiera ensombrecer.
No sé las
veces que pensé o dije:”¡¡Si le viera el yayo!! Y el yayo ¡Ahí estaba!
Los novios
no pudieron estar más pendientes de sus invitados al igual, que nosotros lo
estuvimos de ellos.
Arroz,
corazones y pétalos de mil colores para el ¡¡Viva los novios!! En el mirador.
En el
Restaurante, rincones adornados con frases emotivas, inmortalizadas en madera
para siempre. Mesas cuajadas también de detalles para que todos los invitados
participáramos activamente en el día más importante de sus vidas ¡¡Y lo
hicimos!!
Exquisita
la comida, desde el primer canapé al último bocado que tomara cada uno.
Tarta
preciosa, cortada al unísono entre aplausos y vítores. Magia… magia de risas,
magia de un día lleno de ella.
El baile:
Mención especialísima a esa coreografía de miradas, ritmos, besos y palabras
dichas con el alma enamorada de los recién casados.
Especialmente
también destaco, la mirada de mi cuata bailando rodeada de los brazos de su
niño amado, al que veía completamente feliz e ilusionado; despojado para
siempre del manto de timidez que su ahora hija logró arrancarle para siempre.
Más baile,
copas, “recena”… Todo pensado para mantener a los invitados en todo momento
activos y participativos en su maravilloso día.
Disfruté
de la boda como si de la de uno de mis hijos se tratara. Entre las dos, juntas
criamos a siete divinos seres humanos y hoy se nos casaba el cuarto cuatita.
¡¡Felicidades
pareja!! ¡¡Felicidades familia!! ¡¡Feliz vida!!
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