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domingo, 16 de noviembre de 2014

LLEGO EL FRIÓ, ¡QUE ALEGRÍA!



LLEGO EL FRIÓ, ¡QUE ALEGRÍA!

Valladolid 14 de Noviembre de 2001
Queridos hijos: Pues ya llego el frío, ¡qué alegría! con el frío me siento bien, mi cuerpo está mejor adaptado a las bajas que a las altas temperaturas. Por supuesto a muchas a muchísimas personas les resulta difícil vivir en invierno, en los meses de clima frío se encogen y entristecen. Cierto que con las temperaturas invernales la vida se repliega sobre si misma, así ocurre que no pocos animales desaparecen por algún tiempo, hibernando. Es decir, que descabezan un largo sueño, por poner un caso, los osos en ese letargo, invernal parecen más un tronco que un plantígrado, y no espabilan hasta que les despiertan una más benigna temperatura. Pues bien, en cierta medida hay personas que les ocurre algo semejante, las heladas y nieblas les aletargan y acongojan, viviendo plenamente en verano con el mundo lleno de luz cegadora y calorón.
La realidad es que en la naturaleza hay un tiempo para cada cosa y con las inclemencias del tiempo se refugia en su interior para descansar y acumular fuerzas para que emerjan después las  semillas y todo brote y florezca. La naturaleza resiste bien las bajas temperaturas, de ahí el viejo refrán “año de nieves, año de bienes” o sea, que cuanto más riguroso sea el invierno más bonita y florida nacerá la primavera, pues bien sabido es que del invierno dependen las cosechas del verano.
Pero aún hay más, en invierno se come mejor, los alimentos son más nutritivos y reconfortantes, se sigue una dieta diferente a la del verano qué no apetece más que gazpacho y ensaladas.
Lo que no me va en absoluto son los climatizadores, esos aires acondicionados que en apariencia protegen, en realidad lo que hacen es dejar a la gente a merced de alguna corriente traidora. Es por ello que a algunos, a mi por poner el ejemplo que tengo más cercano, me gusta sentir la caricia del aire fresco de la mañana en la cara, me encanta la lluvia que es buena para todo y disfruto a lo grande un día como el de hoy que ha amanecido primaveral que invita a la paz y apetece la tranquilidad de un paseo por la cuesta del psiquiátrico, y es lo que he hecho pasear sin mas cuidando de conseguir es máximo de sol, un sol que de vez en cuando se oculta tras alguna nube, asomando después a borbotones, sin tasa y sin el ardor del verano, son rayos que no queman, rayos tibios que acarician cara y manos.
Besos y abrazos

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