Historias de toda una vida

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jueves, 22 de mayo de 2014

NO HAY MEJOR ESPEJO…



NO HAY MEJOR ESPEJO…

Melilla 22 de Mayo de 2001
Querida hija: Voy a que no me lo crees, pero cuando yo era joven, que también alguna vez fui mozo, no pasaba de ser un costalito de huesos, entonces, cuando lo que se llevaba era lo gorditín, "no hay mejor espejo que la carne sobre el hueso", se decía.

Las modas, ya se sabe, son muy peligrosas, porque en cuanto uno se descuida se pasan y ya no están de moda. Es exactamente lo que me ha ocurrido a mí, ahora que estoy gordo, lo peor, lo pésimo, el peor espejo es la carne sobre el hueso, un pecado, porque lo que priva, la batalla de Covadonga de la modernidad es la esbeltez. La esbeltez que ha alcanzado la cota máxima.
Se llevan los esqueletos apenas cubiertos. Lo que se estila, lo snob es, lo diré así, una discreta anorexia, la esmirriadez se considera la suma elegancia, el no va más del buen gusto, lo que requiere haber perdido el gusto por la comida. Ahí está el detalle, esa es la clave: el no comer, tú lo sabes, y también en los países del tercer y cuarto mundo donde la gente sólo come cuando se presenta una ocasión favorable, algo que no ocurre cotidianamente.
En el reverso de la medalla estamos nosotros los países favorecidos, los del consumismo desbocado donde comer no resulta una extravagancia, cometiendo la sinrazón, el desaguisado, la tropelía de usar y abusar en exclusiva de lo que es de todos, y justicieramente somos castigados con la antiestética gordinflonería y la adiposidad.
Y hay algo más, los niños de hoy son los gordos de mañana, sobrealimentados  por madres que apenas un día el crío come un poco menos se quieren morir de angustia, sin prestar atención a que están allanando el camino para que en el futuro su hijo sea un cachigordo.
Realmente la obesidad atormenta a los españoles y, sobre todo a las españolas, porque ya se sabe que cuando la española pesa, pesa de verdad.
En casa tenemos buen ejemplo de ello, y como no todos nos vamos a "gastroplastiar", tendremos que confiar, ya que no en la dieta, en la suerte y esperar que algún día nos cambien el dichoso metabolismo, que es una cosa que es la leche, porque veras, tengo dos amigos, ambos de lo más esmirriao, uno con sobrada razón, puesto que come como un pajarito, el segundo sin justificación cual ninguna, pues no tiene fondo, le cabe todo, parece imposible que tan menudo y descarnado enfarde tanto en su estomaguín, y viéndolo embaular te asalta el temor de que en cualquier momento explote como un triquitraque y nos ponga perdidos a todos los que estamos a su alrededor.

Nosotros somos gordos, pero sería estupendo que al menos guardáramos la línea interior, que es la importante.

Hija, abrazos y besos de tu padre

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