Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

sábado, 19 de abril de 2014

PERRO BONSÁI


PERRO BONSÁI
Melilla 19 de Abril de 2001

M’ija, en futuro próximo cintura-avispa: Desde que pisé Melilla, hoy es el primer día que ha amanecido fresquito y nebuloso, que coincidiendo que María tiene natación, Rocío se mostraba algo recelosa temiendo el frío, en razón de la tupida cabellera, pero temor injustificado, apenas son las once  y el sol ha empezado a desperezarse y a latir su templado aliento abrileño. Lo que quiero decir es que el viejo sol ha podido con todo y luce espléndido. Muy complacido con la aclaración de que mi cotidiano correo complace y no produce muecas de  fastidio. ¡uf, que padre  tan plumífero! Me anima a seguir. Correcto que se me reconozca mi bien merecido título de gran jefe, pero por lo de “sentado” no paso, en absoluto mi vida es muchas cosas: culo aplastado, a las pruebas me remito: me tiro de la cama tempranito, procurando sea alegremente y con la mente despejada, para ver cotidianamente ponerse en pie al Astro Rey, y dai p’adelante comienza el movimiento continuo, hasta  las tres que llegan las damas de la casa y encuentran la comida lista y la mesa  puesta. Ante panorama tal queda patente que de sentado nada de nada.

Entre  mis actividades figura la de pasear al perro bonsái por la playa, cerquita del agua, me encanta escuchar el murmulleo burbujeaste del romper de las  olas. Bruno se lo merece, es un perro más bueno que el can de san Homobono, simpático y amistoso, de los que no ocasionan sustos ni disgustos. El difunto whisky, que en paz descanse, era  un chucho un poco sinvergüenza que te traía en vilo todo el rato. Se escapaba a la  mínima y armaba gresca  con todos los perros mayores que él que encontraba por el camino, saliendo siempre, por supuesto, perdedor. En fin, que no ganaba uno con él para disgustos, tanto que estoy plenamente convencido de que la docena de kilos que entonces perdí, fue el principal causante, por las carreras locas que me propinaba y las granujerías que tenía que aguantarle. Claro que así como digo una cosa, digo otra, era singularmente simpático y zalamero.

Mañana más, por hoy envío besos y digo adiós,

Tu apá

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