Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

domingo, 13 de enero de 2013

SOY OCTOGENARIO



Querido Yayo Félix:
Ayer tu hija Diana publicó en esa modernura llamada Facebook tu carta “AUTORRETATO” que publicamos en Noviembre de 2010 a poco de comenzar nuestra andadura Bloguera.

La dicha carta ha inspirado comentarios muy hermosos y como esta de hoy también me parece preciosa, aquí te los pongo para que puedan disfrutarlos nuestros lectores no asiduos a esa red social.

No olvides que te quiero. Dulces sueños.

Marisa Pérez Muñoz

Así era mi papá, como él se describe. Siempre en busca de su yo interior y de dejarnos consejos para que busquemos el nuestro y lo mejoremos si es posible.

Que estás orgullosos de nosotros tus hijos y nietos? Pues si supieras lo orgullosos que estamos todos de haberte tenido? de haber aprendido de ti y de la suerte de poder cada día leer y reeler tus cartas que nos hacen sentirte muy cerquita, como si estuvieses leyéndonoslas desde tu sillón y pidiéndonos opinión sobre si eran cursis, cursis, cursis, y si pensaba que gustarían leerlas sin ser cargante.

Somos afortunados de tenerte, como padre, como yayo, y como bisyayo aunque por desgracia como bisyayo no has podido disfrutar tanto. Pero te aseguro que tu bisnieto siempre oirá hablar del gran y único yayo Félix y gracias a tantas cartas que nos has escrito podrá leer el mismo las historias, pensamientos y aventuras de su bisyayo Félix. Te queremos.


SOY OCTOGENARIO
Valladolid, enero 2010

Queridos hijos y nietos:

Estoy a punto de alcanzar el noningentesismo, lo que equivale a decir que estoy en la juventud de la edad madura, es decir, que no soy viejo, pero sí mayor, pues bien noto que mi cuerpo no es el que era: va perdiendo fuerza, memoria, agilidad, camino más lenta y dificultosamente. Pero vamos a ver, pese a ello seguiré haciendo las pequeñas labores que cada día son necesarias, y aceptando con naturalidad achaques y dificultades. Y otra cosa, son otros tiempos, y bien sé que estoy en la etapa de mi vida en que necesito de los demás bastante más de lo que ellos necesitan de mi.

Se dice, y está claro que así es, que la gente se vuelve vieja cuando se queda inactiva, con los brazos cruzados, viendo impasible cómo corren los días. Pues bien, en lo que a mi respecta, no voy a quedarme en plan sedentario; cada día camina que te camina cumpliendo mi periplo diario, yendo y viniendo por todos los pasillos de la casa; bajo a la compra, guiso, alterno y veo a mis amigos, leo, escribo, reflexiono, o sea, que procuro mantener activa la mente, no quedarme como triste viejo; no he de perder la ilusión de vivir, ni dejaré de mirar adelante sin importarme demasiado los achaques y las dificultades. Contrariamente, procuraré en lo posible ser alegre y pacífico, evitando mirar a los demás con ojos exigentes, o sea, ser más tolerante y menos críticos, disculpando sus faltas, poniéndome a considerar cómo he sido y como soy yo, sin ver la viga en los míos. Es bonito mirar al prójimo limpia y claramente, porque el buen envejecer consiste en prepararse para practicar el bien, evitando egoísmo, soberbia e intolerancia. Esto es, caminar rectamente por la vida para vivir con la esperanza de cuando me vaya, si alguien se acuerda de mí sea porque ha visto en mi conducta algo positivo.

Hijos, ahora que soy mayor me pregunto con más insistencia ¿Quién soy? ¿Qué he hecho? ¿Cómo he empleado mi tiempo? ¿Ha merecido la pena? ¿Mi vida ha sido positiva, negativa? ¿A dónde voy?

Guardar el debido respeto a quienes no piensan, no sienten, no creen lo que creo yo, porque les parece imposible. Bueno, lo que realmente quiero decir es que el camino que me falta por recorrer lo haga de suerte tal que pueda pensarse que el largo viaje ha merecido la pena. Y, finalmente, que sepa aceptar con filosófica valentía el momento de tránsito, que haré lo posible e imposible por retrasar su llegada.

Besos, abrazos, salud y alegría


1 comentario:

  1. Ojala todos los octogenarios tuviéramos esa alegría de vivir. Yo soy octogernaria, también y disfruto mi edad como disfruté mi edad madura y mi juventud. Tampoco me siento vieja, aunque sea anciana, y le pido a Yayo Felix que no deje de publicar esa actitud de gozo por la vida. En este mundo de ahora hay poco respeto a la vida, por lo cual, un octogenario se debe convertir en portavoz de DIOS creador de la VIDA, que se nos da una sola oportunidad, no vuelve jamas, NO LA DESPERDICIEMOS... Felictaciones Yayo Félix.

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