Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

lunes, 5 de septiembre de 2011

CRISTINA NIETA CUMPLEAÑERA

Por idéntico motivo que el de  la entrada precedente, esta carta de felicitación no llegó a tiempo para ser publicada en día y hora adecuados, pero como todos los santos tienen novenario, Cristina, querida niña preñadita, me uno a la felicitación de tu yayo y te deseo lo mejor, si no ya en el día de tu cumple, sí en todos los días de tu vida.

Abrazos de tita:

Marisa Pérez

03-09-2011

Cristina, querida nieta cumpleañera:

Que tengas un día tan emocionante, optimista y feliz como te lo desea tu abuelo. Pero, guapetona y simpatiquísima muchacha, eso no es todo, además de desearte que cumplas muchos, muchísimos más, mi más entusiasta enhorabuena por la proximidad a correr la maravillosa aventura de ser madre.

Esperar un hijo, ser padres, máxime primerizos, es una situación de lo más hermoso y emocionante que se puede vivir; excepcional motivo para la alegría, pero, lógicamente, también para la preocupación, las dudas y los interrogantes ante el misterio de la maternidad, pero sin duda habrás recibido mil consejos de quienes ya han pasado por la experiencia para que todo salga bien.

En el venturoso estado en que te hallas resulta más que nunca obligado mostrarte en disposición consciente de pensar, sentir y actuar positivamente, especialmente alegre, entusiasta, y motivada, lleno el corazón de amor y de motivos para no estar nunca triste ni malhumorada si existe la menor posibilidad de reír, actitud que redundará en tu salud física, mental y emocional, o sea que con la mente sana y el corazón sonriente  estás en la mejor disposición de ofrecer al chiquirritín la óptima posibilidad de desarrollarse tranquilo, saludable y feliz.

El abandonar el nido paradisíaco para aterrizar en el Planeta Azul no debe suponer preocupación mayor, en Maternidad asistido en la sección de obstetricia y genealogía será una llegada triunfal, por entero descomplicada, mágicamente fácil y feliz. Por añadidura, los niños de hoy, exquisitamente alimentados y aseados, o sea, felices, no enferman ni lloran. ¿Imaginas la escena de una de tantas madre de antes, no hace tanto, que no tenía que ofrecer al hijo otra cosa que una papilla de pan y vino, o una sopas de ajo previamente masticadas, bien masticaditas por ella? ¡Tiempos aquellos!         

    Tan poco nada que ver con mi propio nacimiento. Menudo apurón planteé a la pobre autora de mis días. Estaba muy tranquila en la fuente llenando el botijo cuando, de pronto, me surgen deseos locos de ver el mundo y se armó la tremolina. Porque la cosa iba en serio. Entre ¡ay!¡ay!¡ay! corriendo torpemente por las calles del pueblo nevadas y solitarias, empujando ella con todas sus fuerzas hacia dentro y yo hacia fuera, milagrosamente alcanzó a llegar a casa conmigo asomando ya la cabeza, y allí mismo, en el suelo de tierra apisonado de la cocina caí redondo de cabeza. Menudo espectáculo, solos ella y yo bañado en un charco de barro y sangre. Con el agua de un puchero que hervía en la lumbre me aseó como pudo. Todo salió bien con la ayuda de la mejor partera: la madre Naturaleza.

    Cristina, corazón, en referencia a la cuestión de fusión emocional te supongo con la imaginación por las nubes puesto que fuertemente enamorada de tu hijo habrán brotado en tu corazón nuevas emociones, pensamientos y sentimientos desconocidos hasta ahora.
Vamos a ver, por lo que tengo entendido no existe raya divisoria emocional en la pareja madre-hijo, uña y carne sus emociones no tienen lugar por separado, la mamá siente como propias las sensaciones del bebé, y el niño, por su parte, también vive como suyas las vivencias maternas. O sea que tocante a este tema debes tomar el control de tus emociones: sosiego, ansiedad, alegría, tristeza, ira (evitar las expresiones inadecuadas), porque todo lo que sienta uno u otro lo perciben ambos como propio. ¿Es o no así?

     Permíteme ponerme a imaginar, fantaseando con la dulce sensación de las madres al notar que su pecho se llena de leche, maná maravilloso para el hijo.

    Felipe, esposo moderno, emocionalmente hecho y derecho, ayudará decididamente a la madre de su retoño acunándolo y cuidándolo, jugando con él, atendiendo cuando sea menester de biberones, baños, pañales… En una palabra, será el sostenedor emocional de la familia.

    Verdaderamente entusiasmado espero el dorado momento de alcanzar el nobilísimo título de bisabuelo.

                                          Besos y abrazos.

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