Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

domingo, 9 de febrero de 2014

SENSIBILIDAD EXCESIVA




Querido yayo Félix. A nadie se le escapa que volver a escuchar tus retahílas sería un regalo, pero hoy quiero ser yo quien te diga una vez más al oído lo que pienso y que servirá para aclarar algunos puntos a quien nos lea y no te conozca tanto como los que te conocemos.
Una de tus peores virtudes, que te hizo granjear muchos gritos de los que tanto querías huir, era esa manera de decir depende qué cosas de forma incisiva, casi insolente y cargada de buena intención.
Decías que había que aceptar las críticas, pero después no te gustaba cuando tenías que escuchar las de nosotros. La carta de hoy (y varias de las que quedan por publicar) son prueba de ello. Te molestaba que tus cercanos tuvieran "SENSIBILIDAD EXCESIBA" al escucharte, pero no aceptabas con idéntico agrado escuchar.
Querido Yayo, las canas no siempre tienen razón... Por eso, yo me las tiño por si acaso.
Todo el mundo sabe que puede ocurrir: sin estar premeditado, en algunas ocasiones, ante cualquier situación (la vida está llena de ellas y las cosas sólo ocurren durante la convivencia en el día a día), veías o escuchabas algo que podía no gustarte, pensabas, madurabas tu sabia opinión y sin más lanzabas al viento tus pensamientos y tu sí o sí tener razón, sin darte cuenta que las orejas que tenías frente a la cara sufrían por tu forma de decirlo.
Sufrían porque su lucha por ser perfectos a tus ojos  era tan tremenda, que al oír tu queja perfumada de ironía, no podían por menos de lanzarte con el mismo amor la respuesta. Entonces te sentías incómodo sin entender por qué disgustaba tu consejo. En definitiva, tú y ellos molestos por un rato. ¿Quién no ha vivido algo así?
Tú lo arreglabas con una preciosa carta y ellos guardaban la pataleta para la siguiente ocasión.
Por todo ello te ganaste el galardón de mejor padre, mejor abuelo, mejor bisabuelo, mejor persona…
Dicho lo cual, te diré que eras, y serás, mi gruñoncete preferido. Jamás me atrevería a denominarte “tocacojones”, porque mi exquisita educación y tu refinado oído no lo permitirían.
Hasta en esto eras, eres y serás único y hasta echamos de menos esas “peleíllas” que dan sal y azúcar a la vida.

Te ruego que des a mi querido padre un abrazo tan fuerte como los dos podáis soportar.

Dulces sueños.

SENSIBILIDAD EXCESIVA

         Queridos hijos: No exagero si aseguro que en la familia más allegada, una de cada dos es de ese tipo de personas que se ofende con el roce de una flor.
         Haber ahilos tan excesivamente sensibles que la más leve crítica les levanta ampollas.
         Su orgullo, la opinión demasiado buena porque es frágil como un cristal y con igual facilidad salta hecho añicos.

         ¿Qué tal si hacéis rápido repaso por los diferentes caracteres familiares?
Si este repaso es sincero, legal, seguro que daréis más uno y más de dos y de cuatro hipersensibles que utilizan ese rasgo de su carácter para protegerse contra los demás. Por poner unos simpáticos ejemplos: Pily tiene ganada a pulso fama de elaborar las sopas de ajo que son todo un poema, pero si yo, queriendo ser gracioso, digo que “las mías son el no va mas y que yo en ese terreno soy el rey” su legitimo orgullo súbitamente explota y sintiéndose profundamente ofendida, al menos por un rato me retira, no sólo la amistad, si no el cariño de hija. ¿Verdad o mentira?

         Como quiero evitar a toda costa que la mitad o más de la familia, quiera cortarme en cuadraditos la lengua, sólo diré que mi muy admirado Jorge posee un exceso de sensibilidad muy superior al materno.

         Hijos, reconocer los errores y admitir las críticas nos hace más personas.

Besos, abrazos, paz, salud y alegría

sábado, 8 de febrero de 2014

PELUQUERA CINCO ESTRELLAS



PELUQUERA CINCO ESTRELLAS

Valladolid 3 Septiembre 2001



Adorada Cristina: Por ser tu fiesta onomástica deseo que hoy y el resto de tus días los pases vibrando y delirando de alegría. Más aún, por ser mi competente y simpatiquísima secretaria he aquí una sugerencia cargada de experiencia y ternura propia de un abuelo: Muéstrate propicia a la felicidad, y lograda transmite a cuantos te rodean, porque recuerda dos cosas; primera, que el cariño autentico a los tuyos es llenar de alegría sus corazones, evitándoles penas y disgustos innecesarios; segundo, que se trata de una felicidad del tipo que nadie podrá arrebatarte.

¿A que no me adivinas lo que voy a hacer ahora? Voy a tirar del fino y sutil hilo que pone en movimiento la prodigiosa maquinaria de la memoria, y como disfrutar gratos recuerdos es como vivirlos de nuevo, te veo como cuando niña con pasmosa felicidad para dormir caminando. Salíamos de paseo y aprovechabas  la caminata para echar una buena siesta yendo y viniendo asida a mi mano. Otro detalle que guardo grabado indeleblemente en la mente es que igual que tu bisabuela de nombre sonoro y armoniosa, Filomena, aprendiste a leer sola. Bueno, me explico: Eras una entusiasta lectora de cuanto anuncio se ponía ante tus ojos, leyéndolo muy simpáticamente, porque a la consonante que no le acompañaba una vocal le añadías una “e” por ejemplo:  las palabras, trébol era para ti terebole, flor felore, tren terene... lógicamente, como carecías de sentido, nada entendías, pero pronto espabilaste. En lo que brillabas con luz propia era montando rompecabezas de infinitas piezas, se te daba genial.

Lo digo con orgullo y lleno de agradecimiento, fuisteis unos nietos tan encantadores que no dudo en calificaros de maravillosos. Fueron muchos los días y los años, alegres y divertidos que pasamos juntos. Durante vuestra infancia y adolescencia siempre marchamos unidos en piña, como clueca con sus polluelos, procurando gozar de la sencilla felicidad que proporciona la relación con las cosas, con los animales, con la naturaleza, llenándome de toda la alegría de vivir que un abuelo puede desear. Nunca un berrinche caprichoso. Cuando por la razón que fuere deseabais algo que en aquel momento no podía satisfaceros, os prometía que “mañana” y angelicalmente lo aceptabais siempre como bueno. Por todo, por tantísimas cosas, por el sin fin de horas llenas de cariño y alegría, gracias, gracias, gracias, gracias.

Sigo recordándoos como los niños encantadores que erais y como cada uno destacaba por sus cualidades y modo y manera de ser: Rebeca siempre fue sumamente juiciosa y ponderada; Raquel la carita más guapa, a la vez la más pato mareado caminando, esperaba que su madre la pusiera de punta en blanco para caer espatarrada en el primer charco de agua cenagosa que encontraba a su paso; Jorge ya era lo que es, un chulete de barrio; A ti, Cristina, Dios te dio una chispa de gracia y buen humor, con ello, y alegre como un cascabel, de continuo nos hacías reír. Goza Cris, de “taliento” en el “celebro” bastante y suficiente para haber cursado una carrera universitaria, pero tu vocación te llevo por otros derroteros, tienes buena mano para el arte peluqueril y apuesto mis dos orejas que con tu ánimo y resolución llegaras a alzarte con el título de peluquera cinco estrellas.

 Como soy tu abuelo y te quiero un montón, con el noble propósito de que rectifique, voy a señalarte un punto negativo en ti que no deja ,a veces, de descorazonarme: los gritos y portazos que en tu casa organizas cuando las cosas no salen según tus deseos. Mira niña, te lo pide tu Yayo, olvídate de camorras y se con los tuyos como las flores cuya misión es adornar, perfumar y proporcionar alegría.

Cristina, maravillosa nieta, por ser el día de tu santo que un coro de ángeles baje del cielo a cantarte al oído las mañanitas.

Besos y abrazos.

viernes, 7 de febrero de 2014

CACAO MARAVILLAO



CACAO MARAVILLAO

Valladolid-02-09-2001

Queridos hijos y nietos: Hoy, san Antolín, patrono de Cornón, me baila en la memoria una chilindrina referida a vuestra abuela y bisabuela Filomena. La anécdota tuvo lugar años ha, cuando el pueblo era cruzado a diario por rebaños de oveja, cabras, carneros y todo género de animales, sembrándolo todo de sirle, chirle y cagarrutas, es decir, que el poblacho era un basurero, empedradas las calles de boñigas, cagajones, cagalitas, chichicaca y cacao maravillao, obligando a la gente a caminar con cuidado para no ir piando mierdajas.
Bien, pues, próximas las fiestas patronales de la aldea, de pronto un chispazo iluminó el cerebro de la autora de mis días: gratuitamente y sin compromiso adecentaría Cornón  con un cuidadoso barrido. Hasta entonces los encargados de escobatear la aldehuela eran el viento y la lluvia, a nadie nunca se le había ocurrido poner en las tristes  y mediocres calles una escoba, y menos aún un detalle de gracia y alegría.
Pensado y manos a la obra, la víspera de la festividad patronal, escobón de brezo y recogedor en ristre y cuévano a la espalda se lanzó a llevar a cabo la inédita ocurrencia, algo nunca visto en el lugarejo, escobetear las calles y recoger la suciedad callejera, iniciando la labor  por el  lugar más excrementado, la trasera de la iglesia, continuando por el dédalo de calles, callejas y callejones, dejándolo todo limpio y reluciente para que el día  del Santo resultase agradable pasear por el villorrio sin peligro de  pisar mierderias.
La primera reacción cornita fue estallar en carcajadas, era de ver a mis paisanos sujetándose la barriga para no herniarse de la risa; allí todo era jolgorio,  mohines burlones y comentarios desfavorables: "qué discurriato y tanto que sabe ler"; pero el ambiente regocijante en que todo era carcajeo, pronto se tornó en gestos huraños y gritos de protesta contra la barredora cuando las preciosas barreduras remataban en nuestro estercolero y éste crecía como la espuma, convirtiéndose en el más abundante del pueblo, algo de importancia suma, porque abono, agua y sol proporcionan el alimento y energía necesarias para que se desarrolle el trigo: Lo dicen los refranes: "La boñiga hace espiga"; "quien abono echa tendrá cosecha"; "Pídele a Dios y los santos, pero echa abono al campo" y este a todas luces grosero "vale más cagajón de burro que bendición de obispo".
Aquella riqueza callejera por años desperdigada y despreciada, de pronto cobró inusitada importancia y los intifilomenistas Chato, Pinto, Danielón y otros que tal bailan, flor y nata de la cornitez más aguda se pusieron tarascos y aspaventosos y con los ánimos hirviendo a borbotones manifestaron abiertamente su sentir:
-"Mejor que se marcharía p'al su pueblo, acá no la queremos".
Las famosas barreduras que nunca habían significado nada para nadie ahora era motivo sobrado y suficiente para poner reparos a su mejor voluntad de llevar a cabo un escrupuloso barrido del villorrio, dejando hasta el último rincón pulcro y cuidado. Claro queda que mis coterráneos eran  gente de estrechas miras que preferían  un Cornón engorrinado y maloliente.
El pueblo era una verdadera olla de grillos, y aun el Rojo, algo pariente, con miradas cargadas de mala voluntad  arremetió contra ella, motejándola de desahogada y güetagones, recriminando el que barriese para casa, gozando el usufructo de la sustanciosa fuente de riqueza comunitaria. Se defendió mi madre con uñas y dientes:
-Oye, oye, Rojo, vamos a ver, si un animal hace sus necesidades en privado, en el establo, esos excrementos son propiedad privada, del dueño del animal, pero si transita libre por la calle y de pronto se le antoja hacer de vientre no seré yo quien se lo impida, como tampoco nadie puede impedirme que gratuitamente barra y retire la mierdería abandonada en la vía pública. Claro que si tú, o cualquiera otro reconoce que la boñiga es de su vaca, el cagajón de su burro o la cagalita de su oveja, que lo recoja, está en su derecho.
Con Cornón al rojo vivo se convocó al vecindario para recabar pareceres, y por mayoría absoluta se decidió sacar a subasta la concesión del privilegio, pero en estos términos descriminatórios: para los indígenas veinte reales anuales, para la forastera dos duros y un pellejo de vino. Mi padre autóctono por los cuatro costados protestó sin éxito.
El negocio resultaba muy codiciado por todos, pero en aquel Cornón desmonetizado no resultaba fácil contar en efectivo con las cuatro perras exigidas, así que fue mi progenitora, recovera, siempre con dinero contante y sonante en el bolsillo, la que se alzó con el privilegio de escobetear el pueblo y recoger las barredoras, pero no gratis, ni cobrando, pagando un canon anual tan descaradamente racial.
Pues eso, y lo siento, pero Cornón, mi terruño natal, con sobrada razón, ya casi ni existe.Besos y abrazos de vuestro padre y abuelo cornito de hueso colorado, por supuesto, no por las envidiejas  poco sanas, sino por su cielo violentamente azul y sus noches sobrecargadas de estrellas florecidas y pestañeantes.

Besos y abrazos

jueves, 6 de febrero de 2014

GESTOS COMPULSIVOS



              GESTOS COMPULSIVOS
Valladolid,  Octubre de 2001

Queridos hijos: A ver si me explico. Una cosa son los gestos simpáticos, tales como guiñar un ojo, las miraditas sutiles, expresiones del rostro que son emisiones de mensajes que tienen sentido y otra, pero que muy otra, hay un abismo, o dos, es el tic. Los tics son gestos compulsivos o crispaciones espasmódicas que no seducen, no son en absoluto agradables ni para quien los sufre ni para los demás.
El tic es feo, es un asunto que sugiere un malestar interior. No da apariencia de ser cosa grave, es una pequeñez, pero que acentuada al máximo delata que algo no funciona cual debiera, una conexión, lo diré así, demasiado  nerviosa. Los tics son una lata y muy diversos.
Quien los sufre no tiene culpa, ni yo se la echo, así como tampoco ignoro que es difícil librarse de ellos, pero, la verdad por delante,  el problema está ahí y no cabe ignorarlo, hay que poner remedio sin pérdida de tiempo, hoy mejor que mañana haciendo un esfuerzo inaudito si es necesario. O sea, que es sumamente necesario poner manos a la obra, que no es asunto irremediable.

         Perdón por mi molesta insistencia, pero es conveniente que insista para que alguien tome la iniciativa. No resulta difícil entender que el único motivo que me mueve es desear para vosotros lo mejor que humanamente sea posible.
                                                                 
Besos y abrazos