Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

sábado, 14 de abril de 2012

ROSQUILLAS TONTAS Y LISTAS

ROSQUILLAS  TONTAS Y LISTAS

       Melilla 17 de Mayo 2001

M’IJA Pilar: Tú como no tienes tratos con ellos no sabes que los perros sirven de vínculo amistoso entre sus dueños. Dos personas que paseando sus perros se crucen, dirigirse la palabra es casi obligado. En días pasados me enlacé en animada charla con una simpática y locuaz señora que sin preámbulos me largó de pe a pa la biografía de su perro ciego. Hoy de nuevo nos hemos cruzado y con la amistad ya más consolidada me ha hablado de ella misma. Se ha empezado a deshilar la madeja con el euro, que si el euro tal, que si el euro cual, y la poca cosa que es nuestra peseta, tan pobre de valor y carente de presencia, mirruña como la cabeza de una  chincheta, menos aún, como una lenteja mal alimentada, le queda a la infeliz muy poca vida.

Con una peseta real y verdadera de antes –añade- te sentirías ante un puesto de chucherías como en el Corte Inglés con un buen fajo de billetes. Te llenarían los bolsos de cucas: bolas de anís, pastillas de burro, caramelos de café y leche, palos de regaliz, cacahuetes , pipas... y los precios eran constantes, no como ocurre ahora que cambian vertiginosamente y un duro de hoy serán cuatro pesetas mañana, cuando no sean tres.

      Su padre  -cuenta y no para- capitán del ejército, ganaba -habla de su niñez; ha pasado medio siglo largo- quinientas o seiscientas pesetas mensuales y podían vivir –vivían- con decoro, sosteniendo y dando educación a cuatro hijos: separaban veinticinco duros para casa y criada, diez para entretenimiento del hogar, diez para educar a los hijos, cinco para entretenimiento del espíritu (teatro, periódicos, toros), diez para vestir y calzar, y se dedicaba a la manutención los duros restantes. O sea que con ocho o diez pesetas diarias por persona se mantenía una familia tan lindamente. Los obreros con un gasto de una peseta diaria por boca se defendían y ¡no pasaban hambre ni mucho menos!

      Así, con suspiros de nostalgia, la buena señora ha recordado la realidad pasada, los buenos tiempos en que su madre elaboraba rosquillas de santo, listas y tontas, según fueran glaseadas o con azúcar.

Aquellos eran tiempos, aunque no soy yo de los que creen que todo tiempo pasado fue mejor.

                                   Un millón de besos de  tu padre

sábado, 7 de abril de 2012

EL NIÑO DE MI MADRE

¡¡Cuanta ternura desprende esta carta!! Sobran las palabras y comentarios.
Enhorabuena por haber tenido una madre así, digna de ser recordada con tanto amor.
Feliz domingo de resurrección.

Marisa Pérez Muñoz

EL NIÑO DE MI MADRE                                                             
 Melilla 31 de Mayo 2001

Querida nieta de la autora de mis días: He tirado del sutil hilo que pone a funcionar el complejo y mágico artilugio de la memoria y en un flash instantáneo tengo ante mí a mi madre con la misma edad con que cuento yo ahora, época en que por razones insuperables, los nietos que la hacían compañía tuvieron que irse de su lado; ellos que eran el motor que movía su corazón y estimulaban su instinto maternal, lo que supuso que la casa se le llenase de olor a soledad y tristeza, el gran problema, por supuesto  revistiendo importancia máxima si ataca a personas mayores.
Sus baterías vitales permanecieron bajas por poco tiempo; imaginativa como era, palió el problema escapando de la dura realidad por la ranura de la fantasía. Eran días navideños y unos entrañables amigos conocedores de la situación, su fervor religioso y el acrecentado amor a los niños, actuando como ángeles llegaron del Cielo, se presentaron con la imagen de un encantador Niño Jesús:
-        Señora Mena –le dijeron- ahora que se ha quedado sin la compañía de sus nietos le traemos este niño que no permitirá que nunca se sienta sola y triste.
Sucedió cuando no lo esperaba y más lo necesitaba y fue maravilloso, porque en el momento mismo que lo tuvo en sus manos se obró el prodigio, dado que lo que mi madre recibió no fue una imagen de escayola, si no un niño… ¡Vivo! Bueno, vivo únicamente a los ojos de la autora de mis días y de la manera más singular y maravillosa: el niño no hablaba, ni lloraba, ni hacía nada de lo que hacen los demás niños, sólo en el fulgor de sus ojos y en la dulzura de su sonrisa reflejaba sus deseos y sentimientos, algo que mi madre interpretaba a las mil maravillas.
¿Locura? Un chispazo de sana locura muy de agradecer al Cielo, porque resultó ser un vivero inagotable de gozosas satisfacciones, una bendita locura que le permitió disfrutar a lo grande de la última década de su existencia ejerciendo de amorosa madre dedicada por entero al cuidado de la angelical criatura, suponía mantener abiertos de par en par los cinco sentidos. Levantarse cada mañana sintiéndose renacer, con el corazón lleno de fuerza y la emoción colgada del alma. Allí no cabía el tedio ni el desánimo, ni tristeza, ni soledad. Tenía su vida llena a tiempo completo. ¿Lo recuerdas?
Pilonchi,  hija mía y nieta de  mi madre: Como el final de un camino es el principio de otro, sigo con mi progenitora y con lo sorprendente que resultó el hecho de que el tema del niño no atacó la credibilidad de nadie, cada cual creyó y pensó lo que Dios le dio a entender, pero sin exteriorizar nada. No hubo caras de risa, ni la menor nube de burla y menos que nadie tomase el asunto como rareza de vieja risible asida desesperadamente a un muñeco,  lo más lejos, y es que a los ojos de la autora de mis días todo era tan real y lo vivía de  la manera más natural y seria, sin la menor extravagancia, el niño no era un juguete, ni tampoco lo tomaba como algo sobrenatural, era simplemente su niño, un niño al que había que prodigar todas las atenciones y cuidados que todo niño necesita y merece. Y actuando así, con sencillez y espontaneidad  causaba admiración y se hacía merecedora de respeto. Y como a la vez era ocurrente, jovial y optimista por naturaleza, a su lado no faltaban nunca las jugosas anécdotas, la charla amena y las amistosas discusiones; menudeaban las visitas, por aquello de que si eres feliz y estás contento tendrás  muchos amigos, la gente prefiere la  compañía de personas alegres y bien humoradas.

No me canso de pensar y agradecer que Dios viniese a verla de un modo que ni imaginado en el mejor de los sueños. Tener motivos sobrados para tirarse cada día de la cama con la alborozada ilusión de tener de quien ocuparse, algo tan fácil y gozoso como ejercer de madre y procurar permanentemente de que el niño fuera feliz y estuviera contento, y si alguna vez su carita entristecía, tratar de  que  recobrase la alegría cantándole nanas, con arrullos y amorosos piropos: adorado chupitel, dorado tesoro, chiquitirrín...y un sistema con el que instantáneamente recobraba el brillo de sus ojos era asomarlo a la ventana para que viese a los niños que gozosos jugaban corriendo y saltando en el arroyito que corría calle abajo.

Así, con la vida  llena de sentido, o sea, sintiéndose viva y necesaria pasó los últimos diez años de su existencia; próxima ya a los noventa, que es cuando voló al cielo, la memoria se fue deteriorando, y como sin la memoria no somos nada, se fueron alejando de su pensamiento recuerdos y sentimientos y se olvidó del niño, de hijos, nietos y todo lo que le rodeaba y significaba algo para ella. Su muerte fue quedarse dulcemente dormida.

Abrazos. Mañana más.
Tu padre

jueves, 29 de marzo de 2012

JUEGOS Y JUGUETES DE LOS NIÑOS DE AYER

¡Bueno! Aquí está con un poco de retraso la hermosa crónica de juegos y recuerdos infantiles.
Espero que te gusten las fotos (culpables de la tardanza).
Comentarte que “Trompo” y Peonza” creo que es lo mismo… En Alaejos se llamaba “peón” y al “tirachinas” “tirador”; formas distintas de denominar las cosas en el mismo país ¡¡qué curioso!!
No mencionas –quizás por olvido- el famoso “diábolo”. Jamás supe bailarlo; aunque en casa había uno que había pertenecido a la infancia de mi abuela Felisa.
Como “honda” sólo encontré esa cuerda. Tú me dirás si es a eso a lo que te refieres y cómo se jugaba con una honda.

Perdón por la tardanza ajena a mi voluntad.

Besos enormes guapo.

Marisa Pérez Muñoz

JUEGOS Y JUGUETES DE LOS NIÑOS DE AYER
20 de marzo de 2012 11:12 

Queridos seres queridos:

¿Qué es el tiempo? San Agustín decía que si nadie se lo preguntaba, lo sabía; pero  si quería explicarlo al que se lo preguntaba, no lo sabía. Yo no lo sé ni con pregunta ni sin ella, pero con certeza sé que el tiempo no pasa, pasamos nosotros,  y con nosotros tantas otras cosa que han quedado atrás: figuras, paisajes, costumbres…, y si damos un salto más largo hacia atrás, volviendo nuestros pasos hacía el mundo encantado de la infancia, los juegos tradicionales y populares de los niños de ayer: el aro, la peonza, la cometa, el trompo, las canicas, la perinola, el tirachinas, la honda, el burro, policías y ladrones, el escondite…vemos que se han batido en retirada, refugiándose en el olvido.
El aro era un juguete que a ningún chaval le faltaba. Se trataba de una simple rueda de metal que se empujaba con un alambre rematado en  gancho. Exigía destreza mantenerlo en equilibrio corriendo como gamos. Cuánto entusiasmo y alegría, cuántas sudorosas carreras creadoras de fuerza en el cuerpo y en el espíritu. Únicamente nos queda el recuerdo de los días de primavera, época ideal para practicarlo.
Otro de los de los reyes por excelencia de aquellos juegos era la cometa, artefacto volador para los días ventosos, que con las manos como única herramienta, unas cañas, papel y bramante nos las ingeniábamos para confeccionarlas nosotros mismos. 
La jubilosa sensación de jugar con el viento más que un juego era el arte de dirigirla, dominarla, elevarla corriendo, deteniéndote, retrocediendo, tirando del hilo, soltándolo, y, por supuesto, calculando bien la larga cola estabilizadora porque hacer piruetas sin que se estrelle contra el suelo es más difícil de lo que parece. Nada más divertido que ver aquella maravilla pendiente de un hilo volando como el viento y que con inefable alegría contábamos: vuela, vuela, alto, muy alto por el cielo completamente azul hasta alcanzar las estrellas.
La peonza era un juguete que manejábamos con maestría sin igual, consistía en enrollar el cordel de algodón y lanzado con fuerza y habilidad a dar vueltas y más vueltas sobre su eje, movimiento semejante al de la tierra, según explicaba el maestro.
Aquellos sencillos y emocionantes juegos que nos proporcionaron la mayor fuente de alegrías se practicaban en la calle y la calle era nuestra y la ocupábamos con bullicioso entusiasmo. Jugando desde que nos tirábamos de la cama  hasta que volvíamos a ella éramos felices, todo lo feliz que puede ser un niño, pese a que teníamos poco, pero era bastante, porque con un trozo de madera, trapos, gomas, hilos, piedras, botones, huesos de fruta…la necesidad desarrollaba nuestro espíritu creativo y nos las ingeniábamos  para construir nuestros propios juguetes.
Canicas de barro -material accesible y asequible para los niños de ayer- lejos de las coloridas canicas cristalinas que hoy también son recuerdo de niños que te sucedieron.
El juego es la principal actividad de los niños y ha de concedérselos la importancia que tienen, pues derrochando energía y entusiasmo corríamos, saltábamos, como con alas en los pies recorríamos los verdes alrededores del pueblo, sendereando por los montes, ascendiendo a la montaña rocosa, pescando o nadando en el Carrión, río de aguas diáfanas. Muchas horas al sol y al aire en contacto directo y profundo con la naturaleza el cuerpo se robustecía, el cerebro evolucionaba, se adiestraban los sentidos, se formaba el carácter preparando el espíritu para la vida. Nuestra existencia quedó marcada por aquellas experiencias. No resulta extraño que se diga que el porvenir de un hombre está en la niñez.
El nivel de vida se ha elevado de forma verdaderamente extraordinario, el mundo ha evolucionado, es otro, los niños no tienen lugar ni compañeros para jugar en la calle, a cambio son riada sus juguetes radicalmente diferentes, caros y pasivos físicamente. Muchas horas sentado ante el ordenador o el televisor, no es necesaria mucha imaginación para que quede meridianamente claro que poca movilidad más comida basura igual a niños obesos.
Bueno, vemos a ver, vamos a ver, fuimos niños de la guerra y no sólo nos divertíamos con juegos sencillos e inocentes, miméticos, emulando la conducta de los mayores que con la seria preocupación de derechas e izquierdas se llevaban como perros y gatos, viviendo en permanente discordia, y los críos éramos también bastante salvajotes y con frecuencias las bandas de muchachos nos enzarzábamos a pedradas y a palo limpio. Peligrosa conducta aquel obrar sin reparar en las consecuencias que bien podían haber rematado en tragedia, pero por fortuna, salvo algún chichón o descalabradura nada ocurrió de consecuencias serias.
Otra actividad favorita era la rapiña de frutas de propiedad privada. No es que las frutas robadas fuesen mejores, era las ansias de emoción y la atracción irresistible del riesgo. Me cabía el poco honroso título de  ser cabecilla de los más audaces, fuertes y osados escaladores de árboles y tapias. Vaya, vaya, vaya que tiempos aquellos.
En lo tocante a los juegos activos e imaginativos que nos proporcionaron profundo placer y emociones sin fin, tenemos para con ellos el deber del sentimiento de agradecimiento que es el recuerdo.
Abrazos, besos, salud, suerte y alegría.                                   

                        Félix

miércoles, 28 de marzo de 2012

LA PRIMAVERA HA LLEGADO

Querido Yayo Félix: Feliz primavera para ti también y feliz venida y estancia de tu querido hijo entre nosotros.

Abrazos y besos.

Marisa Pérez Muñoz 

LA PRIMAVERA HA LLEGADO  

Valladolid, 20 de marzo de 2012  

Queridos seres queridos:

Los días de sol, temperaturas agradables, de cielo azul, de color y armonía, de alegría; dicho todo de una vez, la primavera está aquí, y para que la dicha sea completa nos trae, además, el gran regalo de la visita del primogénito y mexicano hijo, que tampoco llega con las manos vacías; con su cariño, jovialidad y entusiasmo nos infunde júbilo de vivir.

Lo digo sin modestia alguna, soy cornito, y quienes hemos nacido bajo un cielo, a la luz del día limpio y azul, azuuul, azulíiiimo, y cuando llega la noche atiborrado torrencialmente de estrellas, estrellas y más estrellas florecidas y centelleantes, nos interesa tener idea de lo que ocurre allá arriba: hoy, astronómicamente, equinoccio de primavera, empatan en duración los días y las noches. La circunstancia se repite en septiembre, equinoccio de otoño. Son los dos únicos momentos del año en que los dos polos de la tierra se encuentran a igual distancia del sol. En el solsticio de invierno, diciembre, tuvimos la noche más larga y el día más corto; en junio, solsticio de verano, el día tendrá la noche más corta. Y no digo más, aunque pudiera.

Al entrar en escena la estación verde y florida, toman protagonismo, por ejemplo, las mariposas, ese especial insecto, valorado y querido, que con su amplia gama de colores y la belleza de su caprichoso vuelo, que parecen rosas alabas revoloteando, se han ganado la simpatía de la gente, además pájaros, abejas y demás especies polinizadoras, que trasegando polen organizan la revolución de las flores, que al mostrarse en todo su esplendor llenan  el paisaje de color y de belleza.

Chaval, me digo a mí mismo, estamos en el maravilloso periodo del año en que todo es color y vida renovada, y como la actitud que tomemos durante la vida será la misma que ella tomará ante nosotros, resulta obligado tomarla con filosofía y humor, para que sacando lo mejor de nosotros mismos, y si nuestros pensamientos y sentimientos son alegres y positivos, nos sentiremos más animados, más optimistas, más jóvenes, porque el espíritu no tiene nada que ver con los años.

Si se dice que uno empieza a ser feliz cuando es capaz de reírse de sí mismo; alégrate y ríete de lo bueno que te pasa en la vida, de tus problemas, de tus errores, ríete de ti mismo abiertamente para que los demás se contagien de su alegría.
Bienvenida sea, pues, la mágica primavera en que todo renace, crece y florece. También nosotros florecemos y más eufóricos y extrovertidos las calles se pueblan de caras sonrientes, y lo más simpático y llamativo las muchachitas en flor que caminan llenas de gracia y ríen felices, lo que me lleva a imaginar que su misión, semejante al de las flores, es adornar, perfumar y alegrar los ojos y los corazones de los viejitos inyectándoles alegría de vivir.

Muchachos, os deseo, no únicamente en los tres meses de primavera, sino los 365 días de año salud, suerte y motivos para ser felices.

                                    Abrazos y besos. 

miércoles, 7 de marzo de 2012

SALUD, DINERO Y AMOR


Hoy tocó reflexionar sobre este controvertido tema y aprovecho para enviarte un fuerte abrazo por saludable, -que a tu edad es un lujo poder decirlo y demostrarlo-; adinerado –Que en estos tiempos también es un lujo poder vivir sin apreturas; y bien merecido que lo tienes por haber trabajado duro durante muchos años de tu vida- y tesorero del amor de todos quienes tenemos la suerte de conocerte.

Te quiero guapo.
Marisa Pérez Muñoz

SALUD, DINERO Y AMOR 5 de marzo de 2012 08:17

Queridos seres queridos:

Después de la ola de frío siberiano que hemos sufrido con el vientecillo helador que elevaba muchos grados negativos la sensación térmica, es hoy un airecito que acaricia  la cara de forma placentera, o sea, que está haciendo unos días de tiempo que es una delicia, con una temperatura, a mi gusto, perfecta, luce un sol amable, con una deslumbrante claridad de un sonriente día de primavera, lo que consigue que uno se sienta bien, con la grata sensación de hallarte tan vivo que parece que todo es más bonito, agradable y alegre, y no me decido a declararme feliz por temor a faltar a la verdad,  pues educado en la cultura en la que la felicidad consiste en disfrutar de salud, dinero y amor.

Pero, vamos a ver, ¿Tienen razón? A poco que se reflexione; No, ni remotamente. Si el dinero fuese fuente de felicidad los multimillonarios serían superfelices, ¿Es así? Los ricos también lloran; existen, por otro lado, personas resilientes que con salud precaria, pero con el lema “¡Viva la vida!” aguantan el tipo emocionados y felices. El sentimiento del amor sí es, en efecto, una vía maravillosa para alcanzar la felicidad. Esa felicidad que está de moda, pero que solemos buscar por donde no existe, por camino equivocado, ya que en vez desear lo que tenemos y sacar provecho de ello nos centramos en lo que carecemos y eso nos hace vulnerables a la desilusión y a la insatisfacción.

Lo correcto y justo es aprovechar inteligentemente el tiempo agradeciendo el regalo de la vida, el milagro de despertar cada mañana y hallarte vivito y coleando, disfrutando de lo mucho que tenemos, porque la gratitud nos hace propensos al optimismo y a la alegría, llenándonos de energía, entusiasmo y empatía.

Pues bien, así las cosas de favorables, permitidme que libre la imaginación vuele por territorio de los ensueños y la fantasía para poner un poco de magia a la vida y convertir en paraíso nuestro mundo, esa maravillosa y extraña esfera azul que flota en el cielo, a la que debemos mirar con admiración, respeto y máxima consideración, porque ella nos da la vida, respiramos aire, bebemos agua, comemos alimentos, a sea, por encima de todo, somos naturaleza.

Conjuntamente a mimar nuestra aldea planetaria, con generosidad, sensibilidad, no olvidando nuestra pequeñez e insignificancia, así como la fugacidad de la vida, apenas un relámpago entre dos eternidades, concienciados, humanizados hemos de aceptar plenamente que, queramos o no, aunque no tengamos el mismo apellido, todos los humanos, absolutamente todos, somos hermanos indisolublemente entrelazados; somos lo mismo, procedemos del mismo lugar, pertenecemos a la misma especie, todos somos hijos de Dios o, en último lugar, según teoría de sabios talentudos, de esa bacteria, virus, microorganismo o el bichejo que fuera el que evolucionó hasta dar en hombre., y cada uno de nosotros  es esencialmente valioso como persona y, consecuentemente, debe de ser respetado, protegido y estimado sea gigante o pigmeo, blanco, negro, amarillo o cobrizo; cristiano, mahometano, budista…, maditerréneo, africano, mongol, conchichino…para crear una atmósfera de paz y felicidad universal.

¿Se hará realidad la utopía? Va a ser que no en tanto en cuanto unos, injustificadamente, vivan nadando en la superabundancia y otros hundidos en la suma pobreza. Resulta radicalmente obligado otro nivel de vida más humano, las diferencias son un manantial de injusticias y conflictos que nos distancian rompiendo la fraternidad.

Queridos seres queridos, la felicidad no consiste en estar bien, disfrutando de todo a manos llenas, si no que es preciso obrar bien, ser buena persona, encaminar pensamientos y sentimientos hacia el propio bien, a la vez  ayudando a los otros a alcanzar una felicidad sana, sencilla y natural.

                    Abrazos y besos.

                            Félix

lunes, 27 de febrero de 2012

LOS AMIGOS SON BUENOS PARA LA SALUD

Siento haber tardado tanto en publicar ésta tu última e interesante carta. He estado muy atareada los últimos días, aunque ya parece que me voy desocupando un poco.

Feliz semana para todos, queridos lectores.

Marisa Pérez Muñoz

LOS AMIGOS SON BUENOS PARA LA SALUD 23-02-2012 09:01

Queridos seres queridos:

La amistad es una de mayores riquezas del hombre y gozo de la alegría de contar con excelentes amigos, es el caso del matrimonio Gus y Cely que tan orgullosos de nuestra amistad como nosotros de la de ellos hemos compartido muchos y grandes ratos de los que dan motivo de risa y contento, dos tranquilizantes sin efecto secundario, beneficiosos como los rayos del sol, lo que deja en clara evidencia que los amigos son buenos para la salud. 
Nos unía estrecha amistad pese a que nuestras afinidades no eran idénticas, teníamos gustos que no compartíamos, lo que considero correcto, si todos fuésemos iguales el mundo sería muy aburrido; creo que de ahí nuestra amistad. También, por supuesto, por ser personas rematadamente buenas, con el sentido de la estimación muy desarrollado, siempre en disposición de echar una mano sin tener que pedirlo, en razón de ello el ambiente en su compañía era de todos contentos, todos amigos ¡Viva la alegría!
Cuates realmente especiales, mexicanos de pura cepa, sangre liviana, cuatitos a todo dar, muy reatas, muy jaladores, muy entrones, muy de fiar, de lo mejorcito, y muy fiesteros, con capacidad para divertirse y divertir, se tomaban la vida como una fiesta en la que la emoción y el buen humor eran el motor que impulsaba a vivir en plenitud. No necesitaban grandes motivos para organizar un rico vacilón con harto relajo, porque su filosofía festivalera era abrir de par en par la puerta de su casa para que entrasen cuantos amigos lo deseasen, con el detalle añadido de que un invitado invitaba a cien, a quienes no les faltaban antojitos gastronómicos   ni escaseaban el tequila ni el mezcal.
Porqué mentir ni esconder la verdad, el alcohol era un elemento insustituible, sin él no había fiesta. Por supuesto, no para beber como cosacos, poniéndose como uvas, lo habitual y correcto era consumirlo con moderación, pero en ocasiones especiales, por ejemplo, jugueteando con eso de  que “bebe que la vida es breve y arriba, abajo, al centro y para dentro” y el bebestible se distribuía más generosamente caldeándose el ambiente del jorgorioso borlote y, consecuentemente, no faltaban quienes se achispasen y con un traguito más entre pecho y espalda se desata la euforia, el ánimo se llena de regocijo con la sensación de encontrarse estupendo, con más confianza en sí mismo, más abierto, relajado, se desata la lengua, se siente más simpático, más amistoso, más dicharachero…Pero la realidad es muy otra, va por otros derroteros, son satisfacciones engañosas,  es falsa la euforia,  falsa la confianza en sí mismo, falsa la sobre valoración de las facultades, los reflejos disminuyen…
En mi caso, vamos a ver, no soy absténio, pero en la medida de lo posible de él emprendía graciosa huída, por no ignorar que cualquier exceso, resaca segura y no son agradables los  efectos del día siguiente: dolor de cabeza, sed ardiente, ardores estomacales…Por moderarme y tomar en pequeñas dosis, bromeando se quedaban conmigo echándome en cara  que el alcohol, olerlo, no beberlo. No obstante, en ocasiones, por no parecer que me rajaba le entraba a lo tupido y las pequeñas dosis no lo eran tanto, de ahí conocer las ingratas consecuencias de la resaca, “cruda” dicen allá.
Pues bien, en medio de uno de estos borlotes padres tuvo lugar una anécdota, lo llamaré así, que nos dejó a todos  el corazón con carne de gallina. Cely que no le había hecho ascos a unos tequilitas con sal y limón y algún que otro mezcalito, como el alcohol desinhibe, libera de la sensación de culpabilidad, o sea, insuflado el valor para actuar alocadamente, charloteando como papagayo picotero, entre broma y vera al mismo tiempo, por un mal entendido y en presencia de todos propinó sonara bofetada al esposo. Mejor no lo hubiera hecho, humillado, mohíno y cabizbajo, le seguí la pista, vi que entraba en el cuarto de baño. Ante la tardaza en abandonarlo llamé a la puerta sin respuesta. Ante el silencio repetí la llamada ruidosamente con idéntico resultado. Temiendo lo peor, de una patada abrimos, estaba tirado en el suelo bañado en sangre. Se había cortado las venas. Próximo vivía un médico amigo, corrí en su busca, presuroso acudió en su ayuda. Por suerte los cortes no eran profundos y el incidente no supuso problema mayor, pero el susto fue morrocotudo.
Hablando estrictamente, a estos amigos les cayó el chahuistle, la negra, la mala suerte entró en su casa el desafortunado día que fueron agraciados con un pellizco de la Lotería Nacional, no mucho, bastante y suficiente para adquirir un poderoso automóvil causante de dos  trágicos accidentes de tráfico. En primero falleció la hermana menor de Cely, en el segundo la propia Cely.
Separados por la larga distancia de nuestros lugares de residencia, él en México, yo en España, perdimos contacto, pero no me han faltado noticias, por referencias sé que a raíz del duro golpe la estrella de Gus  empezó a declinar, herido volaba bajo, y sospecho, quizá me engañe, que en alguna medida se aficionó al beborroteo que minó su salud con la triste consecuencia de que ambos figuran en la larga lista de amigos que tengo ya en el más allá. Maravilloso será que al morir hayan empezado a vivir dichosos en otra dimensión.

                    Abrazos y besos 

domingo, 19 de febrero de 2012

TIEMPOS AQUELLOS-LA ESCUELA DE MI NIÑEZ

Cuando leí esta carta hace una pila de años, me reí un rato al leer tu viejo recuerdo del maestro que ventoseaba feliz en la escuela y los alumnos coreaban los cuescos como la mejor de las hazañas.
Eso mismo me lo contaban  en dos generaciones diferentes mi padre y mi abuelo Ruperto de los maestros que tuvieron lo poquito que asistieron a la escuela. ¡¡Que pedorros debían ser los maestros de entonces!!
Parece ser, era normal que el maestro aliviara el gas sobrante y entonces los niños le cantaban: “Que con salú tire usté muchos Don Vítor. O... Que con salú los tire usté Don José.
¡A buenas horas íbamos a consentir eso ahora, así reventara el pobre maestro, o saliera volando como un globo sonda!

En cuanto a tu reflexión final, no sólo no ha mejorado en estos 11 años, parece que va a peor y no tiene visos de mejoría. Ojala entre todos seamos capaces de  remediarlo y poner a cada uno en su lugar. Los maestros enseñando y educando y los padres en casa continuando con la labor de educar y enseñar. Los primeros perjudicados son como siempre los niños.


Feliz carnaval Yayo... y queridos lectores.


Marisa Pérez


TIEMPOS AQUELLOS-LA ESCUELA DE MI NIÑEZ
Valladolid 2001 Y 2007

Queridas hijas pedagogas:

Prestad atención si os mueve algún interés por tener idea cabal de cómo ocurrían las cosas en la escuela de entonces, es decir, antañamente, cuando yo, niño en Guardo, asistía a ella y las cosas no se desarrollaban precisamente como ahora, cuyo sistema de enseñanza se basa en la amabilidad y la tolerancia. El lema era muy otro: “las letras con sangre entran”; realmente un auténtico disparate, pero, por supuesto, no porque aquellos maestros fuesen monstruos de crueldad, era  cuestión de la pedagogía  del momento. 
A uno de mis maestros, Don Delfín -ese era, efectivamente, su nombre- le recuerdo con especial cariño y le doy muchas y grandes gracias por los reglazos que me propinó tratando de desasnarme lo poco que le permitía. No lo digo por echarme una flor, pero fui un chico díscolo y mal estudiante. Tampoco digo con orgullo que ejercía mi analfabetismo cometiendo todo tipo de burradas: pelear a pedrada limpia entre bandas rivales y robar fruta de las huertas; asignaturas en las que figuraba entre los primeros de clase.
He asistido en no pocas ocasiones, a la clase donde Rocío ejerce de “Seño”,  y se canta mucho el “Rey U” y todas esas cosas.
También entonces se canturreaba lo suyo, pero las tablas de sumar, restar y multiplicar: “Cuarenta menos dos son treinta y ocho; menos dos son treinta y seis... La más  divertida era la de multiplicar por 5: “cisco por cisco venticisco”.  “¿Quién ha sido?” y la cantinela terminaba en ensalada de  sopapos, pescozones, capones y retorcijones de orejas.
Éramos más duros que los niños actuales; pese a ello, la tensión en la escuela era grande, acudíamos a clase con cierto temor y desánimo porque la escala de castigos verbales era amplia, eran muchos y sonoros: ceporro, “pasmau”, méndrigo... pero dolían menos que los corporales que consistían  en una buena fricción con una flexible vara de avellano en piernas, espalda y posaderas o donde se terciara; incluso unos reglazos en la palma de la mano, -contra los que algún alivio suponía llevarlas untadas con ajo-.
Peor que en la palma eran los reglazos en la punta de los dedos recogidos en piña, con alguna posible desviación a la cabeza, sin que dejase de ser posible el lanzamiento de lo primero que a mano hallase el maestro desde su mesa al banco del revoltoso.
Tengo bien presente que yo -vivo de reflejos- en más de una ocasión, al soltarme el reglazo retiraba raudo la mano; nefasta ocurrencia, se redoblaba el castigo y como propina, me llovían los puntapiés en el trasero, y como los mayores  tenían fe en el sistema de “quien bien te quiere te hará llorar” tan beneficioso era que no podías llegar a casa lagrimeando, acusando al maestro de tenerte tirria, porque era empeorar las cosas.
         Por aquel entonces, para mi edad yo era alto, fuerte y con los brazos musculosos, bien conocido por el apodo de “manos gordas”, cabecilla siempre de la pandilla del barrio; y en razón de ello necesitaba alcanzar prestigio de duro, resistiendo heroicamente los castigos conteniendo las lágrimas, sin dejar escapar un ¡ay!
A las niñas se les castigaba con azotainas en las posaderas con las faldas levantadas, lo que les hacía hipar más de vergüenza que de dolor.
Aún existía otro castigo exclusivamente reservado para los chicos más revoltosos y duros de mollera de la clase, entre los que me hallaba.
Consistía en convertir la clase en prisión durante las horas de la comida. En ella quedabas encerrado mientras los demás acudían a su casa a comer. Resultaba el  castigo preferido, pues nada más fácil que abrir el balcón  situado en el primer piso, saltar a la calle y marcharse a casa tranquilamente, y momentos antes de reanudar las clases de la tarde volver al aula por el mismo camino y aquí no ha pasado nada. Todos los alumnos conocían el truco, pero no había chivatos, ¡mal les hubiera ido!     
Pese a todo, de la escuela de mi progenitor a la mía hay igual salto hacia adelante que de la de mi época a la actual.
Tengo que aclarar que mi pobre padre era analfabeto, trabajó duro desde que supo andar y asistir a la escuela, no ocurrió arriba de una docena de veces en su vida, porque entonces acudir a la escuela, -estoy hablando de Cornón- no levantaba mucho entusiasmo, carecía de interés y sentido práctico. Leer, -se decía- resultaba perjudicial porque las letras lijaban los ojos, y escribir, ¿pa qué?
Lo que verdaderamente interesaba saber era, por ejemplo: arar, y en razón de ello lo que se ensañaba con cantaridos eran las piezas de que se componía el arado: cola, ventril, vilortas, cama, reja, dentel, telera, orejeras, pescuño, esteva y mancera.
         Por boca del Chato, Pinto, Danielón, etc… coterráneos de mi padre, a mí han llegado los ecos del renombrado don Próculo, un maestro de los primeros años del siglo XX, contratado por la aldea en idénticas condiciones que el pastor de las ovejas, es decir, humildísima vivienda y una soldada de hambre.
El pobre hombre apenas sabía leer y escribir, pero eso carecía de importancia, otros eran sus méritos. Pondré un ejemplo: muy dado don Próculo a soltar libremente rotundos cuescos y sonoros regoldos, en circunstancias tales, los alumnos, muy educadamente, como impulsados por resorte se ponían en pie y en voz alta y unificada cantaban "con salud los tire usted", rigurosamente cierto.
Como queda dicho, su escasa habilidad lectora y escribidora carecía de importancia, porque su fuerte eran los temas religiosos: “el probe señor don Jesucristo, por la culpa de nosotros, en la faz lo escopieron y en la cruz le sobieron y le pincharon en el costillar, cerca de la tetilla, y cuando se morría vertío mucha sangre y escapao ya se morió, pero alegrarsos por la resucitación del Señor don Cristo al día tercio y al son de mucho roído y bullicio de trompetas y tambores y en después ya escapó del averno y se jue ya pal cielo...”
         ¡Tiempos aquellos y estos! Porque bien puede decirse que se ha pasado del pegar los maestros a los alumnos a ser maltratados los profesores por los estudiantes.
         Besos y abrazos