Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

jueves, 20 de noviembre de 2014

LA CAJA TONTA




LA CAJA TONTA
Valladolid 20 de Noviembre de 2001

Queridos hijos: Haciendo zappin, la malsana curiosidad me hizo detenerme en el programa -cotilleo- necedad mal llamado del corazón que responde por “Tómbola”. Es como una especie de repugnancia a granel, de una nausea para quien se precie de buen gusto. Fue entrar y escapar sin tardar. Por supuesto, mejor que huir, no ir, no encender el aparato o usar el botón para pararlo, que es lo que merece la tele que no tiene el menor respeto al teleespectador.

Será que no doy para más, pero francamente no entiendo que exista gente que se sienta a gusto ante algo así. Ciertamente es de pena, es de lamento que esos cuatro famosillos, parásitos, aprovechados, maleantes tengan el mismo documento de identidad que la buena gente corriente. Y lo que más indigna es la enorme cantidad de dinero que perciben por vender sus vergüenzas, por ser insultados por los “periodistas” del ramo, en un espectáculo de mera insolencia y pura estupidez.

En verdad que televisión que paga tan espléndidamente a tales individuos cada vez que se presentan en tertulia tan bochornosa a soltar indignidades es una tele miserable, y los espectadores que gozosamente ven lo peor de nosotros mismos demuestran palpablemente que a la gente cuanto más mierda le dan, más mierda quiere.

En fin, hijos, que esto es lo que tenemos, será lo que merecemos, una tele tan prescindible-imprescindible, tan necesaria y tan inútil, tan atractiva y tan peligrosa, tan majadera, tan sinvergüenza, tan somnífera, tan atontecedora.

Besos y abrazos

miércoles, 19 de noviembre de 2014

SUBLIME ESPERANZA



SUBLIME ESPERANZA

Valladolid 19 Noviembre de 2001
Queridos hijos: Si me veis como me veo me llamareis iluso por vivir de ilusiones vanas a sabiendas de que lo son. Mas claro: mi vivir es en realidad nada, casi nada, apenas tratar de enlentecer algo el tránsito del tiempo con trucos de ociosidad con escaso éxito, porque los días caen, caen los años de prisa, de prisa, y la fecha de caducidad de mi vida está cada día más próxima, y como dijo mi paisano Jorge Manrique:
Cómo se pasa la vida,
Cómo se llega la muerte,
Tan callando.
Pero, ojo, os lo voy a decir despacito para que entendáis: esto no significa que me asuste la perspectiva de la muerte, es decir, no me asusta demasiado, pero, claro, por eso de que si uno se muere lo hace del todo y para el más para siempre de los para siempre, me hace apegarme a la vida, a la alegría de vivir. La muerte sería mejor que la vida si uno tuviera la absoluta seguridad de que el alma es enteramente inmortal y que después  del tránsito de este al otro mundo encontrásemos algo mejor.
Tengo el alma un tanto destemplada, pero voy a templarla  asfixiando al gusano de la duda que me mordisquea el cerebro con la martingala de que cuando el alma se separa del cuerpo  se desvanece como el vapor y deja de ser. Lucho porque nada ni nadie me amargue la dulce esperanza, la firme seguridad de que al partir de esta vida terrenal  hacia el Más Allá nos espera  una existencia eterna y bienaventurada envueltos en la refulgente luz de Dios.
Hijos, a ser felices gozando de la alegría de ser jóvenes.
Besos Y abrazos,

martes, 18 de noviembre de 2014

GIMNASIA MENTAL



GIMNASIA MENTAL
Valladolid 30 de Noviembre de 2001
Queridos hijos: A los avanzados de edad con goteras en las recordaderas nos mosquea y nos baja los ánimos el mieditis a la enfermedad asociada precisamente al paso de los años: el Alzheimer, y no es para menos si son tales los estragos que producen  en la memoria que deja a la gente en estado vegetativo. Así las cosas, una se pregunta si existirá alguna solución para soslayar el problema.
Parece ser que en alguna medida la hay tomándoselo  en serio y prestando al asunto dedicación y esfuerzo. La estratagema  para frenar el deterioro se llama "gimnasia mental", y consiste en ejercitar diariamente el cerebro con lo que se evitará que se eche a perder por desuso. O sea, que para mantenerlo joven hay que actuar lo mismo, igualito que hace un atleta, entrenar su cuerpo para que mantenga en forma, porque la capacidad de pensar tiene su sede en el cerebro, y como todos los órganos se deterioran con el tiempo. Lo que se impone, por tanto, es practicar, entrenamiento mental, hacer trabajar duro a las neuronas, no permitir que vivan a la bartola.
Dicen los que lo dicen por que lo saben, que el cerebro puede ser moldeado, o sea, que  el deterioro mental  no es inevitable, se frena  con fe y entrenamiento constante. Siguen diciendo los especialistas que utilizamos  únicamente una parte ínfima  parte de nuestros recursos cerebrales; el resto permanece en estado de somnolencia. Todo un desperdicio.
Conocido esto, yo trato de  mantener en forma el músculo recordatorio, a más de leer y escribir, uso un truco. Os paso la fórmula: igual que cuando guiso, cacharreo y escobeteo la casa y quiero hacerlo bien, fantaseo imaginando que revolotean en mi entorno los ojos de Dios  y los de mis seres queridos, y para que no me duerma en los laureles, de pronto me cosen a preguntas: ¿Qué hiciste ayer? ¿Qué comiste anteayer? ¿Quién es el autor del libro que lees? ¿A quién viste ayer y de qué charloteaistes?...Y así todo en rato. Es buen invento éste de los buenos ojos vigilantes.
Hijos, mirad,  os digo una cosa que no debéis echar en saco roto, hay que aprender a ser viejo cuando se es joven.
Besos y abrazos

lunes, 17 de noviembre de 2014

CUESTIÓN DE PEREZA



CUESTIÓN DE PEREZA
Valladolid 12 de Mayo de 2007

Queridísima prima Esther y todos los demás: Estás quejosa de mí y con sobrada razón. No entiendo cómo he podido ser tan antipático y poco familiar no escribiendo en tantos años. Te aseguro que en absoluto ha sido por falta de afecto, porque os quiero muchísimo, ha sido únicamente cuestión de pereza, pereza imperdonable, pero prometo enmendarme, ser más diligente arrojando al cubo de la basura mi holgazanería. Prometo más: indicaré a mis hijos que se pongan en contacto con vosotros a través de Internet.
Pese a la falta de correspondencia, bien por Evangelina, bien por José Félix, que ahora está con nosotros en Valladolid, o por Paulino que en breve nos visitará después de disfrutar de vuestra compañía, tengo amplias noticias vuestras, sé con pelos y señales de vuestra vida. Me interesáis muchísimo.
Con frecuencia recuerdo la famosa anécdota de la documentación en la cloaca, ocurrida, como bien recuerdas, hace 54 años, toda una vida. Celebro que hayan quedado atrás los tiempos de penuria y hoy dispongas de tres baños en casa. Tú, Esther, con tus floridas 80 primaveras tienes que respetarme porque soy más vejete, los míos son 85 otoños los que cargo a la espalda, pero aún puedo con ellos, cierto que con no pocos rechinidos de las articulaciones.
Nosotros, en términos generales, estamos bien, disfrutando de buena salud y sin problemas mayores, procurando vivir el día a día con alegría y buen humor, porque bien sabido es que el humor y las risas son la mejor vacuna contra las dificultades. Más digo: reír es vivir.
Querida prima Esther y queridos todos, recibid mil besos y abrazos cargados de cariño.

Félix