CRISTINA "PSICODÉLICA"
Valladolid, 20 de
Septiembre de 2001
Cristina, querida nieta: Ver tu lindo pelo de
un color castaño natural afeado (para mi gusto seguramente pasado de fecha) con
un tinte rojo "psicodélico" me lanza a cavilar en lo extravagantes y
extrañas criaturas que somos los humanos, pues no sabemos, o no queremos saber
lo que queremos y vivimos anhelando lo que no tenemos.
De
mí mismo recuerdo que cuando cruzaba ese maravilloso trocito de vida que se
llama primera juventud, aún imberbe, soñaba
estando despierto con el día que me brotasen los pelos de la cara, y ya
barbudo, lo que se me antojaba, y sigue antojándoseme, es ser barbilucio, ¿Para
qué quiero los pelajos faciales si tengo que tomarme la molestia cotidiana de
raparlos?
Si
no te comes una rosca, si no tienes novia, rabias por tener a tu Julieta, para
quejarte después del amor y sus espinas, dado que si te adora Josefina le haces
el mayor de los desprecios posibles, ya que tú te pirras por Pepita que no te
mira a cara. Osea, que si eres moreno suspiras por ser rubio, si tu pelo es
rizoso lo alisas... ¿De dónde nos llega esa inconformidad de remplazar un deseo
por otro y otros que de inmediato cambian sin llegar nunca a la plena
satisfacción?
Dicen
los que tienen noticias ciertas sobre el
tema que la cosa tiene plena explicación: el Creador puso en nuestro corazón
esa volubilidad implacable para que nos aguijonee y no nos deje vivir en paz en
este valle de lágrimas, territorio transitorio y de peregrinaje, y tengamos
presente que nuestros deseos no se verán plenamente satisfechos en este inmundo
mundo, sino en el otro, eterno y perfecto.
Así
debe de ser, y así lo debemos entender y aceptar para que de este modo vivir
sin perder el sentido festivo de la existencia, que no olvidemos que son tres
días.
Mi
joven y vivaracha Cris, abracísimos de tu abuelo que te desea una explosión de
salud, humor y alegría.