ROCÍO, DIMINUTAS PERLAS
Valladolid 24 de
Marzo de 2002
Queridos hijos: Las prolongadas
estancias pasadas en Melilla son la razón de que María, Rocío y yo nos
conozcamos más y mejor y juntos
disfrutemos a lo grande viviendo amable y alegremente: Viene esto a cuento
porque por asociación de nombre, en esta mañana fresca que temprano he salido a
pasear por el campo me he encontrado con un viejo amigo, el rocío, ese vapor de
agua que se condensa en gotas menudas semejantes a pequeñas perlas, sobre las plantas
y me ha despertado el recuerdo de mis años adolescentes, allá en Guardo, cuando
mis padres aún labradores poseían ganado y entre las obligaciones que me
correspondían en compañía de mi hermano había una que nos correspondía y
alegremente cumplíamos, madrugar para conducir a las vacas a pastar a los
prados húmedos, con las flores, la hierba y las hojas de los árboles cubiertas
por el rocío, que nos resultaba mágico y divertido.
Recuerdo la agradable sensación que
produce respirar el frescor, y algo especial que flotaba en el aire en esas
primeras horas del nuevo día en que la rociada purificaba el ambiente. Era una
auténtica gozada correr alegres y ligeros con los pies descalzos por la hierba
mojada antes de que los rayos del sol evaporase las pequeñas perlas.
Mi madre que cuidaba a sus hijos como
a la niña de sus ojos nos enviaba a los prados para que pastasen las vacas en
primavera y verano, cuando la escarcha leve y agradable; en pleno invierno con
las gélidas heladas blancas era un pastor o mi padre quienes se cuidaban del
tema.
Aún hoy sigo pensando que el rocío
tiene encanto y misterio, más cuando le acompaña la bruma que desdibuja las
cosas pareciendo que flotan en el aire a media luz.
No son pocas las personas que están
convencidas que el rocío tiene notable poder curativo, y a estos amigos de
curar enfermedades con plantas las recogen impregnadas de rocío porque piensan que así poseen mayor poder de
curación.
Hijos, será por viejo que los
recuerdos de mi niñez y adolescencia se entrelazan, se superponen, se funden,
se mezclan y producen una suave y hasta grata nostalgia.