VIBRANTE KIKIRIKÍ
Melilla 20- 05-
01
Querida
y saludable hija: En el bien poblado
gallinero de mi madre, allá en Cornón, descollaban dos gallinas por lo opuesto
de sus temperamentos. Una, formal y muy
ponedora, el día que no traía al mundo su cotidiano huevo se sentía tan llena
de vergüenza que no levantaba cabeza; la otra, eso de estar todo el día
fabricando huevos era su fuerte precisamente, pero si -muy raro- en alguna ocasión dejaba caer uno, se
desgañitaba cacareando. En el remotísimo caso de que tú alguna vez llegases a
ser gallina, ¿qué ejemplo seguirías?
Lo
pregunto porque hay gente, mogollón, titipuchal de gente que se desgañitan
voceando para no decir nada de sustancia, y, claro, quien grita no escucha, y
quien no escucha no entienda a razones y, consecuentemente, no se entera de
nada. O sea que quien habla y habla hasta salírsele la fuerza por la boca se
empobrece y vacía a medida que habla, porque lleno de sí mismo no deja ni un
huequito en su interior para los demás. ¿Entiendes lo que quiero decir?
Ese frecuente reuniros en casa todas para
confraternizar alegremente me parece de perlas, pero ¿qué te parece la
sugerencia? En vez de vocear, porque seis gritonas y eso parece un gallinero
alborotado, porque el patatín patatán y
que esto y lo otro y que lero, lero...no hacéis que sea un deslizarse las palabras que salgan de la boca
con lenta y envolvente cadencia.
Es cuestión de probar; quien quita y os guste.
Un
vibrante kikiriki del gallito de tu apá