Querido tío Paulino. A causa de un poco de cada cosa, esta carta ve la luz casi
un mes después de ser recibida.
Como nunca es tarde si la dicha es
buena, ahora que por fin tengo en mi ordenador esa foto que mencionas, aquí está
esta primera entrega 2014 de tus cartas.
Marisa Pérez Muñoz
PRIMER AÑO EN EL COLEGIO DE LOS
AGUSTINOS 07-01-2014
Después que se nos pasaron esos primeros años de la niñez
donde uno pasa de inmediato de los lloros y rabietas a las risas y felicidad
plena, ahora comienzan en nuestras vidas las primeras responsabilidades.
Resulta que mi madre soñaba que todos sus hijos se
dedicarían a servir a Dios en la vida religiosa y esto nos hacía a nosotros
ilusionarnos de ir a algún Colegio de religiosos.
Entre los Padres Agustinos había un Padre que se
llamaba Agustín, a ese Padre le habló mi madre y el año 1934, se llevó a mi
hermano junto con otro sobrino del Padre, que también se llamaba Agustín, el
Colegio le tienen en un pueblo que se llama Valencia de Don Juan, en la
Provincia de León, los dos eran muy inteligentes y sacaban las mejores notas o calificaciones.
Comenzaba la revolución de Asturias, para ellos sin problema.
Yo soñaba con tener mis doce años para irme con Félix,
al fin llegó el año 1936, justo acababa de empezar la guerra civil, para mí fue
una gran ilusión seguirle, él ya empezaba el tercer curso, pasado ese, les
llevaban al noviciado que estaba en Valladolid.
Yo en este primer curso no fui tan mal estudiante,
porque en todas las materias saqué sobresaliente, menos en una que pasé de
PANZÓN, apenas un aprobadito, no sé por qué, no me entraba la geografía.
Acababa de llegar al colegio recibí una carta de mi
madre que me decía: Hijo que bueno que te fuiste al colegio sino estuvieras en
el calabozo, había sucedido que la guardia civil había agarrado 21 muchachos
robando peras y les metieron dos días al calabozo, mi madre estaba segura que
yo iba a estar con ellos, pero en realidad creo que no era esa mi vocación; ni
robar peras ni andar en guerras; la vez que quise robar peras me cayó una
piedrota en la cabeza y cuando quise jugar a ir a la guerra, ni empezaba yo a
tirar piedras cuando me dio en la frente la primera (bala) piedra.
-
¿Qué le
hizo?
-
Que este le
dio un EMBURRIÓN.
-
Si le dio un
EMBURRIÓN quédate con la perra para que aprendas a hablar.
Jamás volví a usar esa palabra que en Guardo era tan
normal, y me quedé sin el BOLLO que tanto me gustaba.
Con los estudios y juegos se pasó el año rápido y
felices, pero la guerra se ponía cruel, por esa razón terminado el curso no nos
mandaron a casa a pasar las vacaciones, las pasamos en el colegio pero felices,
nos llevaban de paseo, día de campo, allí comíamos y nos divertíamos hasta la
tarde.
El lugar era muy bonito, le atravesaba un gran rio. Ya
en la tarde, contentos y cansados de vuelta al colegio: pero un día parecía que
algo pasaba, no parecía todo lo normal de costumbre, susurros por aquí y por
allí decían: que faltaban 4 muchachos, dos de Guardo: Félix y Agustín, otro
Policarpo y Víctor Morán los más inteligentes del curso.
Resulta que el pueblo
de Víctor Morán había quedado en la zona roja, unos comentaban que les oyó
decir que se iban a la guerra para ganar
al pueblo de Víctor, otro decía que les había visto pasar nadando el río con la
ropa en la cabeza, que se iban a León (
que estaba a 27 klms) a incorporarse al ejército para ir a luchar por ese
pueblo… yo lloraba como descosido, Félix era el cabecilla que les había
organizado, se sentía seguro pues pensaba que era como las guerras de Guardo. Yo jamás imaginé
que no volvería a verle hasta después de
16 años cuando fue a México y ya casado.
Como se ha hecho largo este correo seguiremos en el
próximo.
Por esta se
despide vuestro tío el burrete. Paulino.