PLÉYADE DE FAMOSILLOS DE PACOTILLA
Valladolid Diciembre de 2001
Queridos hijos: Por más voluntad que pongo en huir
de la tele, no puede ser y además es imposible no echarle un ojo de vez en
cuando, pero es inaudito, aprieto el botón del encendido, de cualquier canal, y
todos están permanentemente tomados por esa pléyade de famosillos de pacotilla,
especímenes de la vaciedad, protagonistas de la peor telebasura, desvergonzados
de rompe y rasga, insolentes, petulantes, deslenguados, cargados de mala
educación, gritones y no escuchones que no aportan otra cosa que estupidez y
chabacanería.
Hasta hace poco la nombradía se ganaba por méritos
propios, a pulso, tenía como requisito llevar a cabo un hecho excepcional:
descubrir un mundo nuevo, escribir libros o músicas inmortales, pisar la luna...
Hoy la cosa es muy pero que muy otra cosa, se
alcanza fortuita y graciosamente, sin ningún por qué, caprichosa e
inexplicablemente, a cualquier “idiotus cinicus” le basta y le sobra con
revolcarse en la mierda, desmadrarse en insultos vociferados, sin otro mérito
que el descaro y la desfachatez, ser capaz de insultar, gritar y descalificar
más que nadie, demostrar que es más despiadado, soez, grosero que otro
cualquiera propagando a los cuatro vientos las más denigrantes intimidades
propias y miserias ajenas.
Existe incluso la fama rebotada, puesto que tiene
derecho al acceso a ella cualquiera que tenga, por ejemplo, una prima que
alcanzó la suya, además de cómo premio a la habilidad de no hacer nada, por
gritar haberse acostado con un torero. Para crear famosos de la más
despreciable categoría no es necesario otra cosa que encerrar en una casa a una
docena de botarates ponerles a decir memeces a porfiar y discutir simplezas y
majaderías y trasmitirlo en directo.
Por supuesto, la responsabilidad de este
desmadre-padre recae sobre los geniales programadores expertos en meter basura
en los hogares y quienes se tragan esa basura: Resumiendo, que les oyes y te
quedas de pasta de boniato porque por increíble que parezca, es tonta la
ausencia de valores humanos.
Hijos, o sea, que total, apagar la tele.
Besos y abrazos