TRASPLANTE DE LENGUA
Valladolid Octubre de 2001
Queridos hijos: Al ritmo que avanza la cirugía pronto se dirá del
cadáver de un hombre lo que se dice del cerdo, que no tiene desperdicio. Viene esto a
que ya parece posible hasta lo más difícil todavía: el trasplante de lengua a
quien por la circunstancia que sea haya perdido la suya.
La desconcertante hazaña me trae a la memoria una vieja película de la
que no recuerdo el título, pero sí que el argumento narraba la peripecia de un joven pianista que
perdió las manos en un accidente y le
fueron implantadas las de un difunto que en vida había sido caco, más bien un
cleptómano con tendencia impulsiva a apoderarse de lo ajeno. Lo peor no era
eso, la cosa iba más allá de lo peor, de lo pésimo, porque las manos intrusas
cosidas a sus muñecas cobraron vida propia, negándose a aceptar servidumbre
alguna, rehusando estar todo el rato aporreando teclas y se lanzaron a cometer
todo tipo de fechorías, abochornando de
tal modo al nuevo dueño que a la postre se vió obligado a regresar al quirófano
para que le amputaran el espinoso incordio adosado a sus muñones, clamando que,
por favor, le dejasen como estaba.
Por supuesto, para un deslenguado que recupera el órgano de la palabra
lo ha de considerar como un auténtico milagro de la medicina, y lo es,
efectivamente, suponiendo que todo salga a la perfección, dependiendo del
miembro parlante que le toque en suerte, porque uno, puesto en lo peor, piensa
que cabe y puede ser que surjan dificultades, quiero decir efectos secundarios,
tales como que corresponda una lengua rebelde que se insurreccione reclamando
el derecho a su vida anterior, o, simplemente, que le resulte insoportable
verse presa en boca ajena; incluso es
posible que no le vaya el nuevo destino por ser obligada a expresarse en un
lenguaje que no es el suyo, o a decir cosas que no van con su modo y manera de
ser, y en señal de desacato se lanza a proferir a gritos y a diestro y siniestro blasfemias,
palabrotas impronunciables y cuentos verdes, ¿qué pasará entonces?
En fin, hijos, por si acaso, porque nunca se sabe, vosotros educad
vuestras lenguas, enseñándolas a hablar bajito y con fundamento, que eso
siempre queda bien.
Besos
y abrazos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se tan educado en tus comentarios como quieres que lo sean contigo