Con once años menos diez días de diferencia, heme aquí publicando esta
carta que una vez más dedicas a todos y cada uno de tus hijos y nietos.
Cierto que es un pelín enrevesada y hasta filosófica que termina con
una reflexión que no se si llevaste a cabo alguna vez, aunque me temo que no
demasiado, porque el que sale besucón, da besos hasta al aire, pero el que no,
pues no, ni a tiros.
Otra cosa es que yo: besucona ona, ona; me empecine en enviarte besos
de todos los colores y sabores intuyendo que mis besos serán más leídos que
sonados por lo reticente que eres a besuquear y que te besuqueen. Aun así cada
día te envío mi racioncita de besos, achuchones, abrazos y cariños, que si bien
no te doy en mano, sé que hay quienes están encantadísimos de cumplir mi
encargo. Cumple tú con tu propia promesa; Sí, si, la que te haces al final de tu carta.
Te quiero vejete gruñón. Ah! Y enhorabuena por estar ya en casita.
Marisa Pérez Muñoz
PARTICULAR
DIFERENCIA
Valladolid, 16 de Noviembre de 2001
Queridos hijos: Os parecerá mentira
pero no sé contestar a la pregunta, ¿Quién demonios soy yo en realidad? La
puritita verdad es que de mí mismo sólo sé que no sé nada, o muy poco. A parte
de que yo soy yo y mi circunstancia, sé que mi vida no me la he dado yo, sino
que me encontré con ella al encontrarme
conmigo. Estoy aquí, como decía Ortega,
puesto, como arrojado, una cosa una cosa más entre otras cosas que
forman parte del mundo, como una piedra, como un árbol, como una flor, como un
estrella, pero con una muy particular diferencia, que sé que soy, que pienso en
mí, en lo que soy, en los otros, en los demás. Pienso y sé que soy, pero ¿Qué?
¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Quién soy en realidad? Esa es la cuestión.
Soy yo y mi circunstancia, ya está
dicho, yo y el mundo, pero ese misterioso mi yo que reside en lo más hondo de mí mismo es el que corta
el bacalao dictando las normas de mi modo de ser. Quisiera darme la vuelta hacia
dentro y llagar a mi más íntimo y secreto
fondo para hablar de tú a tú con mi yo, exigiéndole explicaciones sobre
ciertas cuestiones: ¿Por qué no soy aficionado a la fiesta de los toros a la
que tanto apasiona a la mayoría de los españoles? ¿Por qué no me apasionan los
naipes tan español también? ¿Por qué oculta razón para mí me gustan tantísimo
los garbanzos con bacalao y tan poco, que me producen nauseas, el hígado
encebollado? Y sobre todas las cosas , ¿Por qué soy tan poco mimoso y nada
besuqueador? Vuestro padre y abuelo que os ha querido, os quiere y querrá siempre incondicionalmente
y os deseo todas las felicidades del mundo, la felicidad de amar, la felicidad
de ser, la felicidad de vivir...y ahora de viejo, cuando estoy llegando al
umbral que da paso al otro mundo me voy enterando del garrafal fallo cometido
que me hace sentir presa de un sentimiento de culpabilidad por mi conducta poco
besucona, dado que, a lo que parece, todos nacemos con la básica necesidad
humana de ser tocados y besados por otros, y con mayor motivo por padres y
abuelos
Pese a ello, pues bueno, me siento
orgulloso de lucir en las estanterías de mi habitación la estuatilla que me
acredita como "el mejor abuelo del
mundo", ya será menos, digo yo, pero efectivamente he sido un abuelo muy
nietero, con ellos, rebosando el corazón de cariño y alegría he ido y venido,
vuelto a ir y a volver mil veces a todas las partes, feliz a tope siempre de
verme rodeado continuamente de un
apretado racimo de críos a los que necesitaba yo más a ello que ellos a mí, y
sin embargo, lo siento, perdón, perdón, perdón no besé cuanto debía , una
auténtica lástima, porque de haberme enterado a tiempo de la importancia de
tales demostraciones externas de cariño, a buenas horas les privo de ellas. Pero nunca es tarde para empezar, así
que hijos y nietos, estoy en las mejor
disposición para saldar mi cuenta con efecto retroactivo. Así, pues, ir
colocándoos en fila, porque os boy a gastar los mofletes a besos entusiásticos.
Paz
y alegría,
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