Querido yayo.
Rebuscando entre todas tus cartas aparece esta que guardaba para publicar el 7
de agosto y así hacer coincidir en fecha -11 años más tarde eso sí- con el aniversario de tu querida madre que
este hubiera cumplido la friolera de 123 añitos.
Mi poco tiempo hizo que
una vez más mis deseos no fueran mis órdenes
y aquí estoy tardía cumpliendo con ellas.
No estoy segura que sepas
que mi nieta Lucía ya va a la guardería y como ahora tengo más tiempo para adentrarme
en el ordenador, voy a cumplir esa promesa que te hice de publicar una a una
las cartas que amablemente me cediste y con las que bien sabes tanto disfruto y
disfrutamos todos los lectores que pasean por tu Blog.
En esta de hoy vuelcas
un amor envidiable hacia tu querida madre y abuela de tus hijos.
Has tenido la suerte
de saber demostrar ese cariño que sentías y aun sientes por ella no sólo cuando
la tenías contigo; también lo sigues haciendo recordando su vida en estas hermosísimas
cartas que compartiste primero con tus hijos (sus nietos) y ahora con todo el
universo de internet. Así todo el mundo sabrá de qué mujer naciste y cómo has
heredado de ella montones de virtudes y la cualidad de recargarte de energía
gracias a tus hijos nietos e incluso de tus biznietos; y hablo de ellos en
plural porque ya sabes que no sólo lo es Héctor -que lo es de sangre-; también
la pequeña Lucía es tu biznieta, al igual que mis hijas son tus nietas –sin olvidar
que sobretodo lo es Laura- y Jose y yo nos sentimos unos mas de tus hijos.
Espero que te haya parecido acertada
la elección de carta para este punto y seguidito.
Ya me van contando que
cada día te vas encontrando mejor gracias a los cuidados de las enfermeras y
sobre todo la compañía de las gruñonas de tus hijas que te hacen pasear sin
llevarte siquiera a un cine o un teatro ¡¡Qué caraduras!!
Me alegra muchísimo
esa mejoría, pero ella conlleva que yo ahora te anime además a escribir alguna
que otra carta; como no tienes ordenador, me las pasará Rebeca y además de las
antiguas, iré publicando las que me
mandes.
Una vez más te doy las
gracias por tus cartas, por tus enseñanzas, por tu cariño, por llamarme gritona
y ricachona y sobre todo te doy las gracias por ser como eres: valiente a más
no poder, y el gruñoncete más guapo y especial que he conocido nunca.
Te quiero hasta el infinito y más allá
y te prometo que cuando estés mejorcito, iré a darte guerra y gritarte bajito
que eres el yayo Félix más guapo del mundo.
Marisa Pérez Muñoz
FILOMENA NOMBRE MUSICAL
Valladolid, 7 de Agosto de 2001
Queridos
hijos: Hoy hace 112 años que nació mi madre, vuestra abuela de nombre musical,
Filomena. Fue una mujer abierta, alegre, amable, pacífica, espiritual; como
madre más que mujer un ángel. Por naturaleza inmune a la decepción y al
desaliento, sus hijos, decía, la cargaban de energía, y si se trataba de
proporcionar a sus retoños alegría de vivir no reparaba en sacrificios.
Tenía
infinita fe en Dios, le amaba sobre todas las cosas, sin Él nada tenía sentido.
Decía, y obraba en consecuencia, que había que vivir practicando el bien para
ganarse el corazón del Creador.
Nadie piense que me dejo llevar
por un exceso de admiración hacia la autora de mis días, todo lo que digo es
emocionalmente cierto, las describo como era y como yo la sentía y la siento:
Alma limpia y transparente, talante animoso y festivo, corazón dulce y generoso
cuidándose siempre de los demás y olvidándose de sí misma; presencia física
agradable, con unos ojos muy decorativos de un verde oliva con pintas de color
avellana... La edad la fue deteriorando mentalmente, la memoria se la
desmemorió y próxima a cumplir los 90 años llegó el momento supremo de
abandonar este valle de lágrimas quedándose dulcemente dormida y su alma voló
al cielo a integrarse con Dios.
Hijos, creer que allá arriba hay un
gran tipo, Dios, proporciona tranquilidad de espíritu.
Besos
y abrazos,
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