Querido yayo Félix hoy toca
carta personal, concretamente esta que me dirigías en el lejanísimo año 2000 y
que sigue teniendo vigencia como si ayer mismo hubiera sido escrita.
Sigo siendo exactamente igual de
rica y gritona, mi marido igual de santo (con pelo mas blanco y escaso); mis
hijas continúan siendo buenas y preciosas (dos de ellas esposas y una
maravillosa madre de mi nieta), con lo que en estos doce años la diferencia con
tu carta es el aumento de mi familia y el que tú no sólo eres el mejor abuelo
del mundo, ahora también eres el bisabuelo más guapo, aunque igual de
gruñoncete y encantador… y de humilde en cuanto a no consentir que se te
halague tanto como mereces.
Una vez más recibe mis te quiero,
abrazos, achuchones y apapachos de esta que lo es:
Marisa Pérez
ADORABLE EXAGERADA
23-11-2000
Amable y encantadora amiga Marisa: A mas de
“gritona” y “rica” te hermosea otra cualidad; ser una adorable exagerada: “El
mejor abuelo del mundo”, hay queda eso. Creo que el hecho de ser una muchacha
lleno el espíritu de buenos pensamientos y el corazón hacen que tus ojos me
vean como lo hacen, pero chiquilla no me supervalores tan extremosamente,
porque mira que si me alzas tan alto puedo caerme de la nube y romperme algo.
Sin embargo nunca agradeceré suficientemente el que lo pienses y me lo hayas
dicho, gracias, gracias, gracias... y con la más honda sinceridad deseo seas
enteramente feliz, y como en ti la
alegría brota con facilidad, rías mucho, muchísimo, porque es conveniente saber
que la risa es al hombre lo que la luz del sol para las flores.
Conozco
sobradamente la simpatía y el cariño que en tu casa se me profesa, pero también
sabes que eres por entero correspondida, y que tanto tú como los tuyos sois mis
muy selectos amigos; por ello me encantará y disfrutaré oyendo tus alegrías.
Las penas, ¿qué penas? Una criatura como tú, joven, guapa, con dinero, un
marido que es un santo, buenas y preciosas hijas, ¿qué puede afligirte?
Te sabía poetisa, Marisa, no novelista. Me encantará leerte.
Gracias por ser como eres, pensar y decir lo que sientes,
merecedor todo ello de los cordiales y cariñosos abrazos de tu incondicional
amigo,
Félix
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