SOY UN MADRUGADOR
IMPULSIVO
Valladolid 10 de
Diciembre de 2001
Queridos
hijos: Soy un madrugador impulsivo,
tanto que hasta me pregunto que a qué viene tirarme de la cama antes de romper
el día, cuando aún brillan las estrellas en el cielo, pero bueno, a si es y así
ha sido siempre sin que me haya ocasionado malestar alguno, al contrario, me
levanto animoso, haciéndame la idea de que voy a tener un buen día, irrepetible
si es posible, viviéndole plenamente conmigo mismo y con los demás, pues no me
ha de faltar ilusión y diversión.
Leo, escribo
y para eliminar la rigidez después de la inactividad de la noche paseo,
correteando por los pasillos de la casa, o bien barriendo y fregando el piso de
la cocina, que es que es un estimulador de la circulación sanguínea del cerebro
y de algún modo llena con cargas de energía las pilas vitales.
Con todo ello voy
tomando conciencia de mis actos y hallando razones bastantes para estar
agradecido y satisfecho por todo lo que he recibido y disfrutado. Esto pese a
que bien se sabe que al viejo que al levantarse de la cama no le duele nada es
que ya esta muerto, procuro ver las cosas a través de un cristal de color rosa,
que es la mejor manera de soslayar los problemas.
Pero... nunca falta
un pero, ni alguna circunstancia negativa que echa por tierra los buenos
propósitos para el nuevo día que había recibido como milagro por haberme
hallado vivito y coleando, motivo sobrado para aprovecharlo y saborearlo como
si fuese el ultimo de mi existencia, y en vez de eso, ocuparme en dar excesiva
importancia a las cosas que nos hacen infelices, o sea, que como se suele
decir, la amolaste, But Lancaster, porque da clara evidencia de que soy un
individuo con escaso “taliento en el celebro”.
Hijos, por favor, evitar imitar a vuestro viejo
padre.
Besos y abrazos
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