PELICULAS DE RISA
11
de Diciembre de 2001 Valladolid
Queridos
hijos: Me río de mí mismo y me llamo viejo caduco y sentimentaloide porque cada
día soporto peor las películas de violencia, terror, angustia, tragedias,
dramas y las que acaban mal, o sea, que
descarto todos los géneros menos dos: las comedias y las de risa.
Demasiados reversos tiene la vida real para
además tragar tales sapos. Uno desea pasar un rato alegre y divertido y si lo
que ofrecen es un mal trago, pues no, gracias.
Los
tiempos no son los de antes que era cosa obligada que las películas acabasen
bien, hasta tal punto son bien conocidos los casos que a más de un director
eminente le impusieron los productores un cambio de desenlace para que el
público no saliera deprimido de la oscuridad de la sala.
Ciertamente
no es correcto acudir al cine a que te hagan cosquillas en las alegraderas
viendo triunfar a los buenos, al amor, a la justicia, a los forajidos hincar el
pico como ocurre en los western dignos del nombre, y salgas con el corazón en
un puño, porque lo único que muestran son tragedias e injusticias, y, por añadidura, con un THE END fatal, pues más bien parece que los finales felices hoy por
hoy quedan descartados, exigiendo lo contrario, así como es obligado
alimentarse de personajes negativos, malhablados, horteras, soeces y fatuos
interpretando papeles lamentables: cornudos, villanos y bribones con las
intenciones más innobles, alardeando de una mala uva descomunal.
Films
con argumentos mezquinos y necios, puesto que lanzan veneno, barbaridades y
balas a mansalva que matan hasta al apuntador.
Hijos,
decididamente ni yo para él ni él para mí; en absoluto me seducen las películas
inmorales y sin sentido de acorde con la catadura moral de los guionistas,
directores y actores que triunfan el día de hoy
Besos y abrazos
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