Hoy, que se cumplen dos años de tu
partida, desde la estrella más luminosa, junto a mi padre y todos los que
amaste, brillas cada noche.
Dulces sueños Yayo Félix
ES ESTUPENDO ESTAR VIVO
Valladolid
9 de Diciembre de 2001
Queridos hijos: La verdad monda y lironda es que estar a
punto de convertirse en octogenario impone algo, porque haces cuentas de lo que
te queda y ves que es poco, además de que a estas edades el tiempo corre que se
las pela. O sea, que todo pasa como un soplo, porque cuanto mayor eres, parece
que más se acelera el tiempo. Pero bueno, yo, más o menos, soy conformista y me
digo a mí mismo que la vida es así y sanseacabó y sanseterminó, no es cuestión de ir por ahí gemiqueando con
un nudo en la garganta, que es justamente lo que le ocurre a un amigo, que
además es tocayo y quinto, es un aprensivo de aupa, tan temeroso que en todo ve
peligro para su salud. Y aún llega más lejos, para él hubiera sido la felicidad
no haber nacido para no tener que pasar por el trance de morir.
En cuanto al tema de la
fe, como en otras muchas cosas, quisiera ser como era mi madre que creía en
Dios sin el más leve resquicio de duda, como se cree en la belleza de las flores
o de una noche estrellada, y, ciertamente, da mucha tranquilidad saber que Dios
y el Cielo están allá arriba esperándonos.
Entre los jóvenes,
incluyendo por ejemplo a una de vosotras, tienen motivos personales, rotundos a
lo que parece, para ser ateos furiosos y sólo creen en un mundo sin Dios, sin
paraíso, sin más allá, no hay más mundo que este, pero esto a medida que se va
envejeciendo resulta muy duro de tragar, por lo que merece la pena convertirse en creyentes, no compensa
vivir de espaldas a Dios, cayendo
en la cuenta de que creer en Él ayuda a vivir y a morir.
Hijos, tened en cuenta
que si os acercáis a Dios, Dios se acerca a vosotros.
Besos y abrazos
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