TU APASIONADO AFÁN
Valladolid
Mi muy estimado amigo Jose
Luis: Resulta emocionante y de sumo agradecer tu apasionado afán por
ponerme las cosas claras. Tú fe, sin el mínimo resquicio de duda, te
llena tan plenamente de alegría, esperanza e ilusión, que hablando del Ser
Supremo te arde la imaginación y para afirmar su existencia expones, ya no
razones perfectamente lógicas, sino de un peso específico aplastante. Pero,
querido amigo, no temas por mí, que no soy tan escéptico ni descreido como para
negar que hay un Dios en las alturas. Creer en la existencia de un ser supremo
es de una importancia vital, porque Dios es como el sol, así de necesario.
Pero ocurre a veces, que uno se pone
a meditar y sumergido en un laberinto de razones y reflexiones resulta que la
idea de Dios es tan elevada, tan excesiva e ilimitada que trasciende a mi
capacidad de entendimiento. Pero por eso la fe es creer lo que no se ve, lo que
no se entiende, lo que, incluso no tiene sentido ¿Porque qué sentido
tiene los cien millones de galaxias tan solo en la vía láctea? ¿A qué viene ese
derroche inaudito de astros? ¿El día que el creador se puso a servir estrellas
con la cuchara grande, estaba un poco loquito?
Yo le pido al buen Dios que haga la
vista gorda y que no haga mucho caso a mis cavilaciones, porque Él mejor que
nadie sabe que los hombres somos una mezcla de elementos dispares: instinto,
razón, sensibilidad, fantasía, temperamento, voluntad... con fe y dudas.
Pero ya te he hablado de las noches
mágicas y míticas del pueblo que me vio nacer en las que quien quiera
asomarse a aquel centelleante mar de estrellas que brillan como diamantes
tendrá testimonio irrebatible de la existencia del ser supremo.
Adiós, buen amigo, que la salud y la
alegría te acompañe, porque se dice que Dios está contento cuando nos ve sanos
y felices.
Un abrazo
Félix
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